Armas de destrucción masiva

Los niños, niñas, jubilados, jubiladas, pueblos originarios, población excedentaria, somos, lo sepamos o no, gazatíes en el corto plazo. Es posible que ya lo seamos, aunque cuando es demasiado triste la verdad, habitualmente no tiene remedio. Los daños colaterales ni siquiera se usan como eufemismo.  La hambruna no es un daño colateral de la guerra. Es un arma de guerra.
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Por Alfredo Grande

(APe).- Hace ya demasiado tiempo, se hablaba de los “daños colaterales”. Algunos correlatos locales fueron “el costo social del ajuste”, “hay que pasar el invierno” y otras estafas. Porque si bien hoy la estafa con la criptomoneda Libra está en el candelero, la estafa ha sido una forma de entender y aplicar eso que llamamos democracia.

Una vez que la Matrix Liberal Capitalista  absorbió a esa “anomalía” que fue el peronismo todo quedó en tierra arrasada. Por las botas o por los votos. Dije hace tiempo en el Hospital Borda, en ocasión de la entrada de la policía en tiempos de Macri Jefe de Gobierno, que “nos habíamos recuperado de la dictadura, pero no del menemismo”, lo cual hoy tiene una lamentable confirmación.

Los daños colaterales ni siquiera se usan como eufemismo.  La hambruna no es un daño colateral de la guerra. La hambruna es un arma de guerra. Una crueldad comparable con otras crueldades a lo largo de la historia. Quizá no mayor, pero tampoco menor.

El sionismo hoy tiene la marca del asesino serial, con el agravante de que es política de estado. Quedará sobre el sionismo internacional haber actualizado al nazismo, con lo cual, si lo invocan, será absolutamente en vano.

Cuando escribí el artículo de la semana pasada, me interesó la diferencia cualitativa entre hambre y hambruna. Pero reconozco que no supe darle la consistencia necesaria a la hambruna como arma de destrucción masiva. Una definición mía de crueldad es “la planificación sistemática del sufrimiento”. El paradigma es la tortura.  Que no se improvisa, sino que se planifica.

Alex de Waal lleva más de cuatro décadas estudiando hambrunas. Y he leído de él textos muy importantes.

“Cuando se utiliza el hambre como arma de guerra, el propósito más común no es matar de hambre a la gente, sino desgarrar la sociedad que está siendo atacada. Lo que hace a Gaza única en la historia de la hambruna en las últimas décadas es hasta qué punto la hambruna allí ha sido meticulosamente diseñada para infligir privación a nivel individual y trauma social a los palestinos de Gaza. Desde la Segunda Guerra Mundial no ha habido ningún caso de hambruna tan minuciosamente diseñada y controlada.”

Ahora bien, mejor dicho, ahora mal. Escuchamos a diario vituperios contra la crueldad de este gobierno. Al mismo tiempo, sabemos que éste no es un gobierno, a menos que se caracterice como Gobierno de Ocupación. Ocupado por otros gobiernos y otros Estados.  Al menos Israel y Estados Unidos. Los niños, niñas, jubilados, jubiladas, pueblos originarios, población excedentaria, somos, lo sepamos o no, gazatíes en el corto plazo. Es posible que ya lo seamos, aunque cuando es demasiado triste la verdad, habitualmente no tiene remedio.

Dicen que del ridículo no se vuelve. De la crueldad tampoco. Si algo es patrimonio cultural de la humanidad es la ternura. Pensada como un arma de construcción masiva.

Quiero compartir una poesía de Jose Martí, a la cual me permití un pequeño cambio. “Y para el cruel que me arranca el corazón con que vivo, cardo y ortiga cultivo, NUNCA MAS la rosa blanca”.


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