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Carlos del Frade
(APe).- -En el barrio hay más bunkers que comedores –dice una señora muy joven sobre la realidad existencial del presente en Villa Gobernador Gálvez, al sur de Rosario separada por las aguas del arroyo Saladillo, así como Avellaneda está separada de Buenos Aires por el Riachuelo.
Ella dice, además, con la valentía simple de las mujeres simples, sin perder la sonrisa jamás, que suele escuchar de una de sus hijas que en los recreos de la escuela primaria amenazan a otros compañeritos porque no pagan las deudas con el proveedor de droga de mala calidad.
Es necesario repasar lo que dicen estas palabras. Esta densidad se escucha en el patio de una escuela primaria. Mujeres que siempre pelean para empatarle a las urgencias cotidianas son las que después piantan a la pampa de arriba muy antes de tiempo como consecuencia del negocio cada vez más democratizado del contrabando de armas.
En estos días, Gabriela Sosa, referente de Mujeres de la Matria Latinoamericana (Mumala), expuso el resultado de un estudio de los feminicidios en contexto de narcotráfico en la provincia de Santa Fe entre el primero de enero de 2020 y el 30 de julio de 2025.
Detrás de los números, como siempre, los cuerpos reales, las historias concretas de las que pelean por saber el significado de la palabra futuro en la Argentina cada vez más crepuscular del tercer milenio.
219 asesinatos de mujeres, travestis, trans y lesbianas discriminados en femicidios directos, femicidios vinculados, trans travesticidios, lesbicidios, feminicidios en contexto de narcotráfico, crimen organizado y suicidios femicidas.
Un asesinato cada 13 días, sostienen las cifras de Mumala.
La mitad de las víctimas, como siempre a lo largo de los últimos cincuenta años, tenía menos de 30 años y el 51 por ciento de ellas eran madres.
Esas cifras también se explican en las ferocidades que va adquiriendo el negocio ilegal de las bandas narcopoliciales.
-Cuando te pongan un bebé de escudo reventále la cabeza de un tiro al bebé – ordenó desde la cárcel hace cinco años atrás Brandon Bay, líder de la organización “Los Gorditos”. Desde entonces ese concepto borró un concepto fundamental de la cultura popular en la ex ciudad obrera que decía que con los pibes y con las pibas, no. Eso ya forma parte del pasado.
Dice el informe que el 25 por ciento de los agresores fueron detenidos e imputados y solo el 29 por ciento tuvo sentencia.
Más allá de las cifras que marcan un paréntesis de reducción de homicidios en las principales ciudades argentinas en forma simultánea a la ostensible libertad de vender cualquier tipo de sustancia, el cuerpo de las mujeres vuelve a aparecer como el mapa más castigado por esta modalidad de violencias urbanas.
-No estamos todas. Nos faltan las víctimas del narcotráfico – señala la frase que acompaña la investigación de Mumala.
Las mujeres, mientras tanto, seguirán peleando la comida, la escuela, la salud y algo parecido al mañana en todos los barrios de las grandes ciudades argentinas.
Ellas, una vez más, sostienen la historia cotidiana de una nación que está lejos de cumplir la promesa de su himno cuando afirma que se vivirá con gloria cuando en el trono de la vida esté la noble igualdad.
Aunque la noble igualdad pierda por goleada, ellas, las mujeres de la Matria Latinoamericana seguirán porfiadamente insistiendo a pesar de las impunidades de los negocios ilegales del sistema como son el narcotráfico y el contrabando de armas.
Fuente: MUMALA, Gabriela Sosa; entrevistas del autor de la nota.
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