En la borra del juicio a Los Monos

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Por Carlos del Frade

(APe).- Piantó el 2017 y los testimonios de los imputados le pusieron color al juicio más importante de los últimos veinte años de la justicia santafesina. En la borra de estas seis semanas, es preciso detenerse en algunas ideas, en ciertas señales que va dejando el proceso judicial.

Ideas y señales que parecen obviedades pero que son necesarias repasar:

*La mayor banda dedicada al narcotráfico está siendo juzgada por un tribunal provincial, no por la justicia Federal.

*Los policías que investigaron a Los Monos presentan tantos puntos oscuros en sus procedimientos como los procesados por integrar la supuesta asociación ilícita.

*El flujo de dinero, durante las seis semanas del juicio, recién apareció con fuerza cuando se habló de compras de causas o eliminación de escuchas grabadas.

*El tráfico ilegal de armas y su consecuente mercado negro de fácil acceso para determinados sectores, tampoco apareció en el juicio aunque se dijo que Los Monos eran capaces de matar a decenas de personas.

*Las internas policiales que se ventilan en el juicio dan cuenta que los principales nombres de los gerentes del negocio en el Gran Rosario ya se conocían desde mucho antes del asesinato del ex líder de la organización, Claudio “El Pájaro” Cantero, producido el 26 de mayo de 2013.

*Los Monos, Luis Medina, Delfín Zacarías, Luis Paz, los hermanos Alvarado, la familia Bassi de Villa Gobernador Gálvez, son las identidades de esas bandas que imponían negocios desde, por lo menos, el año 2007.

*Son negocios narcopoliciales con algunos contactos con otras instituciones del estado. Pero siempre hay una presencia de algún funcionario.

*No hay, por ahora, un relato que explique cuándo, dónde y por qué Los Monos comenzaron a meterse en el negocio del narcotráfico.

-Cambian los jugadores, pero el juego siempre es el mismo– dice el personaje que representa al “Chapo” Guzán en uno de los capítulos de la segunda temporada que se puede ver por Netflix. ¿Quiénes iniciaron a Los Monos en el juego ya montado del narcotráfico en la zona del Gran Rosario?.

En los relatos policiales, donde los buenos y los malos no parecen tener muchas diferencias, surgen dos nombres de los potenciales continuadores de los negocios que, en su momento, estaban concentrados por la familia Cantero: los Alvarado y Luis Paz. Los demás fueron asesinados (Luis Medina, muchos de los integrantes de los Bassi) o desflecados en su poder de fuego y monetario (Los Monos y Zacarías).

Los ejes de la historia que va apareciendo en estos testimonios, pedacitos de un espejo roto que no termina de rearmarse, pueden derivar en la teoría que la entonces División Judiciales de la policía rosarina decidió, junto a otros actores vinculados a organizaciones narcos, desplazar a Los Monos del centro del negocio y que, en ese contexto, el crimen del “Pájaro” Cantero puede rozar al crimen de estado.

Pero fueron los policías de la División Judiciales quienes llevaron adelante la investigación principal de la organización que este año comenzó a ser procesada.

En un primer momento sostuvimos, desde esta misma columna, que había cinco elementos deliberadamente ausentes en estas audiencias que se llevan adelante en el nuevo edificio de la justicia penal rosarina: un discurso institucional que explique por qué tantos funcionarios policiales forman parte del negocio; el dinero que fluía por el narcotráfico para la banda de Los Monos; el por qué del dolor de las víctimas de los Cantero; el miedo aún latente en muchos de los que están y los que no están en el juicio y la increíble ausencia de la justicia federal en todos estos años.

En el prólogo del juicio también marcamos que una de las principales definiciones de la causa 813/12 que da inicio al proceso, es que Los Monos se constituyeron en un gobierno de facto en la zona sur de la ciudad, ante la mirada de gobiernos reales y con presencia concreta en esos puntos de la geografía de la ex ciudad obrera.

¿Los únicos socios de Los Cantero fueron los policías corruptos, algunos empresarios que vendían autos y otros tantos profesionales, o todavía falta anotar integrantes de los diferentes poderes republicanos que miraron para otro lado mientras se consolidaba ese “gobierno de facto”?.

En abril de 2018 se cumplirán cuarenta años del primer embarque de cocaína que llegó al puerto de Rosario disfrazado en un cargamento de 200 kilogramos de azúcar que venía de Bolivia, según relataron ex militares y viudas de narcos de aquel país de América del Sur.
Desde entonces al presente, las rutas no cambiaron. Por la 11 y el río Paraná, la marihuana; por la 34, la cocaína. Cambiaron los gerentes, los peajes, pero los caminos son los mismos. “Cambian los jugadores pero el juego siempre es el mismo”, dice el actor que representa al “Chapo” Guzmán.

Ni Argentina es México, ni el cartel de Sinaloa tiene algún remotísimo contacto con “Los Monos”. Nada que ver. Sin embargo hay una matriz. El negocio capitalista del narcotráfico es paraestatal y multinacional. Es de arriba hacia abajo y no al revés.

Por ahora, en esta primera etapa del juicio a Los Monos que culminó el jueves 28 de diciembre de 2017, las preguntas siguen firmes, tan nítidas como el dinero que mueve el corazón del negocio y la sangre derramada de las pibas y los pibes en los barrios de la ex ciudad obrera.

Edición: 3528

 


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