Un puente

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Por Sergio Alvez

(APe).- Cuando a finales de octubre APe publicaba “Una ardua travesía a nado para ir a la escuela”, la utopía era tender puentes entre los olvidados y la mirada sesgada de las instituciones. En tiempos en que los lazos se van quebrando como los puentes, los niños y niñas de la Comunidad Chafariz (El Soberbio, Misiones), cruzaban a nado un arroyo para poder llegar a la escuela. La publicación en APe y la visibilización de ese olvido obligaron al gobierno misionero a construir un puente. Y los niños pueden llegar secos a la escuela. El cruce del arroyo es apenas una fotografía de la adversidad cotidiana que viven los niños originarios en Misiones.

Casi un mes después de la publicación, a principios de esta semana, recibimos un mensaje: “Muchas gracias. Ya tenemos puente”. Era Melly Paniagua, la valiente maestra de la Escuela Intercultural Bilingüe 905, quien cansada de promesas, tuvo el coraje necesario para salir a denunciar la situación, que pronto se nacionalizó, derivando en la inmediata orden de construcción del puente.

De este modo, gracias a la visibilidad pública del caso, la comunidad educativa encontró una solución a una problemática de vieja data, que durante años sólo supo despertar la indiferencia de las autoridades del sistema educativo, para quienes resultaba natural que un grupo de niños debiera cruzar un arroyo para poder ejercer su derecho a recibir educación formal. El episodio muestra una vez más, cómo la exposición mediática muchas veces logra activar voluntades políticas que debieran ser motivadas por la dignidad y no por la vergüenza.

El caso de la infancia que acude a la Escuela 905, en la localidad fronteriza de El Soberbio, más allá de la peripecia expuesta, propone una necesaria mirada hacia el trasfondo: la vulneración de derechos contra los Pueblos Originarios y la perversión de un sistema educativo excluyente.

La niñez originaria en Misiones

La imagen de la niñez perteneciente a una comunidad mbya guaraní de la provincia de Misiones, padeciendo una situación social adversa, no es novedosa para los ojos de la llamada prensa nacional, pero en todos los casos, por lo general la repercusión se detuvo en hechos puntuales y no en el contexto general que posibilita estas coyunturas.

Haciendo un repaso de los hechos que en los últimos años salieron a la luz mediática, es posible divisar, previo al episodio de la niñez yendo a la escuela a nado en El Soberbio, la irrupción del caso conocido como “El abanderado descalzo”. Se trató de la imagen -viralizada- de Lorenzo, un adolescente mbya que durante el acto del Día de la Bandera en la Escuela Bilingüe 948 (ubicada en el valle del Cuñá Pirú), sostiene descalzo la bandera de ceremonia.

Vale para este episodio, la reflexión que hiciera – ante el bombardeo mediático- el El Aty Ñeychyro, organización tradicional de la Nación Guaraní en Misiones: “Tratar de hacer creer que el problema indígena es el de la pobreza es pretender tapar el monte, el que aún nos dejaron, con un dedo. La demarcación de territorios, una educación bilingüe donde seamos partícipes de su contenido – como establece la Constitución Nacional y las leyes internacionales que la Argentina ha firmado- que se respete nuestra espiritualidad, estos son nuestros intereses y por los que queremos ser tapa de diarios y noticias en radio y televisión”.

Otro tema que motiva la recurrente aparición del Pueblo Guaraní que habita en Misiones -más de 6 mil personas según últimos registros- es el de la desnutrición infantil. Hace dos años, un documento oficial firmado por el director del Hospital de San Ignacio (localidad donde existen 13 comunidades mbya guaraní) reveló que 113 niños mbya padecían desnutrición. En aquella ocasión, los recortes mediáticos de alcance nacional, focalizaban en “la corrupción”, “la pobreza” y otros conceptos genéricos que enunciados de cierta forma hasta parecieran abstracciones.

El trasfondo, que se mantiene, muestra que la falta de acceso a los servicios básicos, a la titularización de tierras, el incumplimiento de las leyes que garantizan derechos y amparo a los Pueblos Originarios, sumado a programas sanitarios insuficientes o inexistentes contra el flagelo de la desnutrición infantil, obturan la posibilidad de un combate real al problema.

El presente

La construcción del puente sobre el arroyo Chafariz representa un triunfo en un año que culmina de manera conflictiva en muchas comunidades guaraníes de la provincia. Una de las situaciones más graves se da por estos días en el norte provincial. Allí, las comunidades Mbya Guaraní Aguai Poty e Ysyry enfrentan el avasallamiento y vulneración de sus derechos consuetudinarios de propiedad, perpetrados por empresas privadas instaladas en el municipio de Colonia Delicia. También son discriminadas y estigmatizadas por el Ejecutivo Municipal a través de la emisora radial manejada por la comuna.

Desde ATE Misiones alertan que es necesaria “la urgente intervención del gobierno nacional y provincial para garantizar la integridad de todos los ciudadanos que habitan la localidad de Colonia Delicia”, al tiempo que informan: “En esta localidad, autoridades Municipales están fomentando la discriminación hacia los pueblos originarios , atemorizando a la población urbana y rural a través de la radio municipal, acusando a través de este medio de comunicación a los mbya de “intrusar” propiedades de colonos y pequeños productores , provocando así el enfrentamiento entre las comunidades mbya con los pequeños productores de la localidad que viven, producen y trabajan allí. Con este accionar desconocen la aplicación de la ley nacional 26160 de emergencia territorial, por la cual se delimitaron los territorios de las comunidades entre los años 2011 y 2013”.

Democratizar el sistema educativo


Sin duda que el extremo de tener que nadar
para poder estudiar, es una de las consecuencias de un sistema educativo con múltiples falencias que terminan pagando las niñas y niños de los núcleos educativos situados en las profundidades rurales de la provincia, allí donde las cámaras tardan más en llegar.

Escuelas ranchos, maestros mal pagos, corrupción en el sistema de designación de docentes y otros males, mantienen al sistema educativo en lo que el Frente de Unidad de los Trabajadores de la Educación (FUTE, conformado por gremios docentes combativos de la provincia) clasifica como “en terapia intensiva”.

Leandro Sánchez, maestro de frontera y militante del FUTE, sentencia: “al sistema educativo misionero le falta ser democratizado. Porque no es un sistema democrático, sino que es autoritario y genera inequidad, los recursos se dilapidan y los chicos terminan sufriendo para estudiar, cuando deberían contar con todo lo necesario. No debería haber más escuelas rancho y sin embargo las hay en toda la provincia”.

En palabras de la maestra Paniagua: “me brinda felicidad saber que después de tantos años reclamando, los niños van a venir a la escuela secos, que cuando llueva van a poder venir igual, que van a poder tener una educación mejor. Pero soy consciente de que falta mucho, que en cada rincón de la provincia todavía hay muchos niños que si bien no tienen que nadar, deben caminar kilómetros para llegar a escuelas de madera, sin agua, que se caen a pedazos. Todavía nos falta construir muchos puentes para nuestros niños”.

Edición:3280


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