El Bepy, Episodio 16

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Por Angel Fichera

(APe).- A veces entro en el colectivo por la puerta de atrás y salgo por la de adelante.
Es mi gracia.
Casi todos los choferes me conocen y saben que soy inofensivo. Dejan que el espectáculo se desarrolle. Es siempre una obra breve, no más de tres actos, no menos de tres minutos. El inicio, invariablemente, contiene una tos poderosa o algún sonido fratulento, que interrumpa esa rutina de vacas hacia el matadero que suelen llevar los eternos viajantes.

De mí no saben nada y por lo tanto todo sorprende, con tal de que ejecute en el aire maniobras inesperadas, coreografías jamás vistas o insólitos movimientos anticipando proezas que nunca sucederán. Porque en verdad no tengo grandes virtudes ni demasiados trucos bajo la manga. Lo mío es pura ilusión, un ilusionismo que encarna la esperanza de algo que todos anhelan; incluso yo, que espero que alguna vez algo me salga. 

De todos modos, en esa sencillez de recursos reside la mayor de mis destrezas. Aunque la estupidez de mi acto siempre tiene que ser soberbia. Nunca alcanza una intrincada pirueta o un rápido malabarismo o cantar a capela La Marsellesa. Porque al que duerme el sueño de los héroes no lo despierta ni un final a toda orquesta.
Así que, en casos de mortal indiferencia, saco una ridícula pistola de plástico y recurro a uno de mis más explosivos monólogos:
“Estimados pasajeros de este transporte colectivo, sepan disculparme por robar un poco de su inestimable tiempo para ofrecerles algo de suma utilidad, para la cartera de la dama o el bolsillo del caballero... Y estoy hablando nada menos que de esta magnífica pistola Beretta Daisy, modelo 617x, con cargador rotativo para 6 tiros en repetición. Fabricada en plástico de alto impacto y con bonitas incrustaciones metálicas que realzan su belleza, sin por eso alterar en nada su excelente precisión de tiro... Pero ¡como si esto fuera poco!, acompaña esta increíble promoción una exclusiva funda color café, una caja de municiones y dos estrellas Ninjas con tres puntas en forma de navajas desplegables. Esperando que sepan interpretar esta imperdible oferta, paso inmediatamente a entregarles sin compromiso de compra y directo de fábrica, esta verdadera herramienta de defensa y entretenimiento que nunca está de más en estos tiempos que corren…”.
Para entonces he conseguido que hasta el último lirón despierte, o que incluso algún despistado meta la mano en su bolsillo y me ofrezca unas monedas.
Pero lo mío es vocacional, sin fines de lucro.
Es mi arte, mi oficio, mi función social ante una humanidad que ha perdido el rumbo pero que cree, tozudamente, estar viajando de la casa al trabajo o del trabajo a la casa, para empollar una silla, ahuecar la cama o mirar la tele.

Edición: 2395


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