El negocio de la mala leche

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Por Carlos del Frade

(APE).- Una tonelada de leche no pudo ser distribuido entre los sectores más empobrecidos de Cipolletti, en la bella provincia de Río Negro, porque fue enviada casi al límite de su vencimiento y al demorarse la entrega superó la fecha.

La leche era para los pibes más chicos de catorce centros periféricos y era enviada por el Ministerio de Salud de la provincia.

 

Como consecuencia del vencimiento, una doctora llamada María Luz Riera dejó su cargo y fue reemplazada por otro profesional, Osvaldo Gómez.

La explicación oficial habla de las consecuencias y no de las causas.

El argumento señala que no hubo sumarios ni actuaciones administrativas “porque en realidad no es que la gente se haya quedado sin leche sino que se hizo la distribución y como había sobre stock y se recibió sobre la fecha de vencimiento, quedó en el depósito y venció”, apuntan las crónicas periodísticas.

En los años noventa, durante la cabalgata del neoliberalismo rubicundo que supo saquear estas tierras de verdes interminables y ríos marrones, la leche en mal estado era sinónimo de grandes negocios.

La marca “Jorgiano” era vendida al Ministerio de Salud y al de Acción Social por un empresario vinculado al gobierno nacional llamado Miguel Angel Vicco.

Millones de pesos dólares pagados por el estado nacional garantizaban el fenomenal excedente de caja de la firma.

Leche que no podía ser puesta en los almacenes y supermercados porque estaba a punto de vencerse era comprado por los máximos organismos en controlar, justamente, la calidad de los alimentos porque estaban destinados a chicos empobrecidos.

No se sabe aún cuántas veces se logró hacer tomar leche en mal estado a los pibes ni cuántos fueron los chicos que la ingirieron.

La justicia no llegó a determinarlo. Apenas se secuestraron algunas partidas en un período limitado.

Después fue el juego de abogados, expedientes y el paso del tiempo que, se sabe, está a favor de los poderosos.

El caso que ahora se presenta en Río Negro habla de una misma práctica comercial con igual grado de complicidad en órganos claves que deberían garantizar la calidad del producto.

Hay alguien que paga y es consciente del escaso tiempo que tiene la leche antes de vencerse.

¿Por qué se hace?

Porque el negocio está en eso: vender mala leche a ciertos estados gracias a la presencia de funcionarios mala leche que están dispuestos a comprarla.

No se trata de un error, sino de una cadena de comercialización de la mala leche.

Sucede en casi todos los rubros comerciales. Grandes empresas que ofrecen distintas marcas con diferentes calidades y buscan, siempre, colocar sus productos, aún aquellos que están en el irreversible camino a la pudrición.

No hay almaceneros de barrio ni supermercadistas que lo reciban, entonces surge la estrategia de la mala leche.

Entonces la estrategia ya probada ordena bucear en otros sectores: habrá que buscar a algún funcionario en el Estado.

Y aparecen, como en Río Negro.

Total después vendrán las excusas, porque todavía no hubo chicos muertos por la mala leche.

Todavía, una cuestión de tiempo.

Fuente de datos: Diario Río Negro 19-11-05

 


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