Postales del segundo tiempo

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Por Carlos del Frade

(APe).- El aislamiento preventivo social y obligatorio comienza a perforarse en los barrios de las grandes ciudades ex obreras. Sucede en el Gran Buenos Aires, Rosario y Córdoba. La actividad económica ilegal, como la otra, debe continuar con el flujo de dinero que impone el corazón del capitalismo. Ha comenzado el segundo tiempo en la disputa por los territorios.

Hernán “Tiki” Gómez tenía veinte años y el 13 de mayo decidió matarse en su pieza del barrio Parque Casas, en el norte rosarino. Sus amigos, entonces, decidieron despedirlo tirando al aire con pistolas nueve milímetros. Lo filmaron y ocho de ellos fueron detenidos. Es un rito que se ha difundido en los últimos quince años. La cotidianeidad de las armas es llamativa. La impunidad del contrabando de armas merece un estudio profundo que todavía no parece haberse hecho no solamente en el Gran Rosario, sino también en Buenos Aires, Córdoba, Mendoza o Tucumán, por citar las más grandes aglomeraciones urbanas. Las armas forman parte de los principios, desarrollos y finales de las existencias de muchas pibas y muchos pibes. Pero más allá de la cultura fetichista, los que manejan el negocio de esas armas saben que compraron una tranquilidad que les permite proyectar sus ganancias a futuro. Esas postales que reaparecen en el reinicio del segundo tiempo de 2020 vienen acunándose hace décadas.

En el barrio Municipal, también en el mapa rosarino, Marta, de cuarenta años, recibió un balazo.

-El ruido de la metra fue atronador. Fue como a las 18 y no resultó más grave porque hay mucha gente guardada por la cuarentena. Si no hubiera sido una masacre. Los de «Peladito» vinieron a tirar en moto y acá los estaban esperando con una metra. Primero les tiraron por Lamadrid y después los persiguieron por Alice hacia el Parque del Mercado (calle Sánchez de Thompson)… Esto arrancó con una venganza de «Peladito» contra Alan, un ex tira tiros de Alexis Caminos; pero ahora es contra Alan y todos en el barrio Municipal – dijo una vecina.

Cuenta el periodista Leo Graciarena que “es histórica la rivalidad del barrio Municipal con el del Parque del Mercado, dos barrios separados por una calle. La bronca viene desde los tiempos en los que "Pimpi" se tiroteaba con "Chapita" Ungaro o viceversa, pero con códigos del hampa. Las nuevas generaciones tomaron aquellas banderas y se enfrentan sin ningún tipo de códigos y con una violencia descomunal. El Covid-19 llegó a la vida cotidiana del barrio y suavizó la violencia, pero sólo fue eso, la adormeció. Y como en otros puntos de la ciudad, en ese trozo de tierra del sudeste, la salida de prisión de un convicto o los berretines de un muchacho de armas tomar ponen en jaque la tenue paz de las calles bajo la ecuación de causar daño a la familia o los allegados al rival”, apunta con conocimiento y criterio.

Pero también en este entretiempo impuesto por la pandemia, la otra cara de la violencia, la ejercida por los nichos corruptos de las fuerzas de seguridad siguió su trabajo sobre la pibada empobrecida de estos arrabales desangelados.

En la Cámara de Diputados de la Provincia de Santa Fe repercutió el reclamo de organizaciones sociales y de derechos humanos por 39 hechos de violencia institucional contra chicas y chicos de los barrios rosarinos.

“Desde el establecimiento del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio, en fecha 20 de marzo del corriente año, hemos tomado conocimiento de más de una treintena de hechos que dan cuenta de actuaciones violentas y abusivas por parte de las fuerzas de seguridad provinciales y evidencian flagrantes violaciones a los Derechos Humanos, los cuales se detallan en planilla anexa para mayor abundamiento. Entendemos que desde la recuperación de la democracia ha habido muy pocos avances en cuanto a la internalización por parte de las diversas fuerzas de seguridad provinciales y nacionales de las normas que obligan a los agentes a respetar los derechos humanos de las/os ciudadanas/os”, dicen los fundamentos del pedido de informe.

Agrega que “a contrapelo de lo que propugnan quienes se enrolan en ideologías vinculadas al populismo punitivo, sólo fuerzas de seguridad apegadas a los derechos humanos y alejadas de conductas ilícitas pueden contribuir a la tan anhelada paz de la población, siendo elocuente en ese sentido el llamado Acuerdo para la Seguridad Democrática suscripto oportunamente por numerosas fuerzas políticas. Es insoslayable, por tanto, el deber institucional y político de instruir a las fuerzas de seguridad en el respeto por los Derechos Humanos”, apunta el texto.

El martes 19 de mayo de 2020, en tanto, el barrio Nuevo Alberdi, al norte de Rosario, hubo una lluvia de balas que terminó la existencia, muy antes de tiempo, de Joel Maximiliano Mansilla de solamente 18 años.

Por un lado, “la banda de los Romero”, y por el otro, la de “los colombianos”. En el medio, la gente común. La que quiere un poco de tranquilidad para vivir.

52 vainas servidas encontraron en las calles.

52. Nada más y nada menos.

Una clara señal de zona liberada.

Las mismas fuerzas de seguridad que se ensañan contra el piberío no están a la hora del enfrentamiento entre bandas.

La escenografía se completa con la presencia del Centro de Convivencia Barrial de Nuevo Alberdi. Convivencia barrial. Demasiado abuso de la realidad para mostrarnos su lógica hipócrita y supuestamente contradictoria.

Dicen que ahí siempre hay un patrullero.

En ese momento no estaba.

-Ese es un patrullero que cuida a los narcos (una custodia ordenada para proteger a una familia en el marco de una disputa barrial) y cuando vos vas y le pedís ayuda los agentes te dicen que no pueden hacer nada porque no se deben mover de ahí. El martes a la hora de la balacera no estaban…Al final cuando los Romero estaban afuera (no estaban presos) nadie se atrevía a cagar a tiros el barrio así – dijo una señora.

Postales del segundo tiempo después de la pandemia.

Postales del segundo tiempo de un partido que empezó hace décadas y que, evidentemente, concentra muchas ganancias en unos pocos mientras socializa el dolor en muchas pibas y muchos pibes.

Edición: 4009


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