Sangre, pólvora y dinero

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Por Carlos Del Frade

(APe).- 18 homicidios en 18 días en Rosario. 14 personas menores de 35 años, es decir el 77,7 por ciento de los casos. 14 asesinatos con armas de fuego, también el 77,7 por ciento de los casos. Una persona muerta por día. La mayoría, gente joven. La mayoría de los asesinatos producida por armas de fuego.

El 18 de diciembre de 2019, el doctor Marcelo Saín, ministro de seguridad de la provincia de Santa Fe, el quinto territorio con más casos de delitos vinculados al narcotráfico según la última estadística subida a la página oficial del gobierno nacional, decidió desplazar a 30 oficiales de La Santafesina SA e intervenir la Unidad Regional XVII, con asiento en el departamento San Lorenzo, allí donde alguna vez peleara José de San Martín para iniciar su sueño de Patria Grande.

Un mes después de aquella purga policial, 18 asesinatos, uno por día en lo que va del año en la geografía de la ex ciudad obrera, industrial y ferroviaria, devenida en mapa de servicios colaterales al mayor flujo de dinero de la Argentina, consecuencia del ochenta por ciento de las exportaciones cerealeras que salen, justamente, de los muelles rosarinos y sanlorencinos, allí donde sangró el hombre que será retirado del billete de cinco pesos.

La sucesión de los hechos en la línea de tiempo no da margen para muchas interpretaciones: sacar del juego a oficiales con mando de tropa desbarató un conjunto de cajas negras.

Una persona muerta por día es resultado del contragolpe político mafioso de las bandas narcopoliciales que, como sucede en cada una de las cinco grandes provincias argentinas, son responsables de los negocios ilegales que se dan en las calles de las ciudades de esos estados.

-Sangre, dinero y pólvora … - eran las palabras más repetidas por el desesperado general Belgrano cuando quería enarbolar la bandera de la igualdad en el trono de la vida cotidiana de estas pampas y ríos sin límites.

Doscientos años después de su muerte en la pobreza, consecuencia de su obstinación revolucionaria, “sangre, dinero y pólvora” parecen ser las palabras que identifican dos de los grandes negocios del capitalismo argentino y mundial, narcotráfico y contrabando de armas, máscaras, en definitiva, del movimiento del dinero, verdadero corazón del perverso sistema.

Las cifras del Ministerio de Seguridad de la Nación no dejan margen para otras muchas lecturas.

El último año cargado de información es el de 2018.

61.688 hechos delictivos vinculados al narcotráfico.

359, solamente, los hechos delictivos contra el orden económico y financiero.

En la Argentina del presente, los negocios de la pólvora y la sangre tienen cuentas pendientes, pero el negocio del dinero es apenas molestado.

No es casual que la ley de entidades financieras siga siendo la de la dictadura de las desapariciones, la de 1977.

La sangre de las dieciocho personas asesinadas en Rosario en los primeros dieciocho días de 2020 es consecuencia de la impunidad del flujo de dinero que siempre debe circular.

Las bandas narcopoliciales afectadas por la decisión del doctor Marcelo Saín, las que multiplican la pólvora y la sangre, pretenden las soluciones funcionales a su continuidad: mano dura de cualquier fuerza de seguridad, nacionales o provinciales.

El domingo 12 de enero, gente vinculada a la banda de Los Monos, pedía el regreso de la policía que sabía torturar sin dejar marcas ni huellas en los cuerpos mutilados.

La mano dura es el atajo de la cultura de derecha que es patrimonio de la mayoría de los partidos que gestionan las andanzas del sistema del dinero impune.

Ahora La Santafesina SA está más tranquila, no solamente por la llegada de fuerzas federales, tan o más corruptas que la policía provincial, sino porque el gobierno del contador Omar Perotti, dispuso el regreso de las municiones de guerra para las cartucheras de los uniformados. La purga democrática y a fondo que inició Saín aquel miércoles 18 de diciembre empieza a ser cercada por las voces que piden pactar o regresar a la misma mano dura que pretenden las bandas narcos.

Mientras tanto, más allá de los asqueantes relatos que se hacen desde algunos grandes medios de comunicación de Capital Federal, las grandes mayorías rosarinas, tozudamente, insisten en su vida cotidiana, lejos del miedo que quieren inocular las berretas usinas de rumores que pululan alrededor de las bandas narcopoliciales.

El dinero, la pólvora y la sangre, en definitiva, a dos siglos de la muerte de Belgrano, son tres ingredientes del impune negocio del sistema en la geografía rosarina.

Es hora de saber que estas 18 vidas que piantaron muy antes de tiempo a la pampa de arriba forman parte de un momento en que la antinomia vuelve a ser mafias o democracia verdadera.

Las mayorías rosarinas, en su porfiada insistencia, merecen el intento de construir algo diferente al miedo que intentan imponer las minorías con poder económico y de fuego.

Edición: 3923

 


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