Pobreza: se acaba la farsa de las palabras

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Por Silvana Melo

Foto: Guadalupe Lombardo

(APe).- Aquí es donde se acaba la mascarada de las palabras. Cuatro de cada diez habitantes de esta tierra larga de los pies del mundo es pobre. Dieciséis millones. Y ahí se termina la parodia de la cadena nacional y cuarenta y cinco minutos que sólo oyeron los voceros de la infamia que doblegó a la infancia de este confín de América, para hacerla pobre en seis de cada diez. La mayor parte de los niños de acá están condenados a una pobreza que lejos de aliviarse en las décadas del siglo nuevo se va elevando hasta la asfixia social. Y aquí es donde se acaba la pantomima feliz de la blancura sistémica y los sueños de minoría virreinal con oficina central en el ombligo planetario.

Porque los pobres son 40,8% a cinco días del retiro sereno del Gobierno que convoca a la plaza y que celebrará con sus convocados la última lejanía de la morenidad. Porque la niñez arrasada por la pobreza que le quita alimento, vivienda, recursos, camino, futuro y espacio en el anfiteatro central del capitalismo ya es mayoría. Ya es seis de cada diez. Un millón y medio son indigentes, están en la calle y tienen hambre.

Y se acaban las comparsas y los discursos vacíos y las especulaciones de los voceros mediáticos y de los forzadores de argumentos y de los enemigos de la Universidad Católica que antes eran sus amigos cuando denunciaba, la UCA, que CFK se retiraba con poco más del 29% de pobreza –una obscenidad, no hay que perderlo de vista- y ahora huelen intencionalidad política cuando denuncia, la UCA, un 40,8 % en el retiro de MM. Once puntos más. Cinco millones más. Que no son barras en un gráfico. Sino cinco millones de historias, de huesos, de rostros, de sangres, de bocas, de gritos, de piernas, de hambres, de dolores, de sueños, de frustraciones.

Ante el número escalofriante, que atraviesa el cuerpo del país y lo detona, se acaba la farsa. La fabricación serial de la pobreza, planificada. El endeudamiento como herramienta de dominación a cien años encadena toda salida hacia el futuro de millones de niños que mirarán amanecer desde afuera, desde su noche. Y todas las palabras por cadena nacional, los discursos en las plazas, las despedidas a los convocados, se van, se diluyen, se esfuman. Se acaban.

Porque los pibes pobres han pasado a ser mayoría. Ahora son el 60%. Ahora son seis de cada diez. Ahora son la mayor parte de las hormiguitas que corren tras la pelota por los barrios, que van o no van a la escuela, que comen y no comen, que se juntan en las esquinas, que se cortan la ceja, que se calzan la gorra, que ensayan la birra, que prueban, que se anestesian, que se matan, que los matan, que dan miedo, que tienen miedo.

Un día se juntarán. Todos. El 60 %. Y ese día se acabará la mascarada de las palabras.

Edición: 3.899


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