Yo también acuso

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Por Alfredo Grande

Dedicado a Emilia Vasallo y a los familiares de las víctimas del “gatillo fácil”

(APe).- El escrito «J’accuse…!» (Yo acuso) ocupa casi un tercio de la superficie útil de la edición del 13 de enero de 1898. Escrito por Emilio Zola, es una apasionada defensa de la inocencia del capitán Dreyfuss. En 1894, el caso sale a la luz y se acusa al capitán Alfred Dreyfus, de treinta y cinco años, judío y alsaciano, de alta traición. Pese a las declaraciones de inocencia del acusado, declaraciones que no se hacen públicas, se lo condena a cumplir cadena perpetua en la isla del Diablo, en la Guayana francesa.

El “Yo acuso” trascendió su origen y fue utilizado para realizar diferentes tipos de denuncias. Acusar es atribuir un delito. O varios. Y cuando pienso en delito, no lo restrinjo a un código penal. Pienso que hay una concepción amplificada del delito que es necesaria mencionar. Delitos de lesa humanidad que incluyen la planificación sistemática del exterminio de las culturas del amor, de la creatividad, de la alegría, de la solidaridad, de la igualdad, la libertad, la fraternidad. Delitos de lesa humanidad que incluyen la planificación sistemática del exterminio de la vida, en todas sus formas.

Desde antes del nacimiento, por el mandato de los embarazos y partos no deseados. Después del nacimiento, por el imperio letal de todas las necesidades básicas no satisfechas. El cultivo de la frustración cotidiana, de cada hora, cada minuto, cada segundo. Luego vendrá la cosecha de esa forma restitutiva y vengativa de tanto sufrimiento, de tanto dolor, que algunos se empeñan en denominar “problemas de seguridad”. La inseguridad del final, sin que le importe a la canalla gobernante la inseguridad de los comienzos. Eso que llaman desnutrición infantil. Que apenas es la pena de muerte precozmente decretada. Morir en cuotas, día a día, año a año, hasta que la precarización de las formas de bloquear y anestesiar el frío, el hambre, el dolor, la tristeza, la desesperación, logran macerar cerebros.

Entonces yo se que vendrán caras extrañas, con su limosna que no alivia ningún tormento. Y entonces sus ojos se cerraron, como en el inolvidable tango que cantaba Gardel. Yo también acuso a los fabricantes, a los industriales, a los financistas de que tantos ojos se cerraron cuando apenas empezaban a abrirse. Comieron democracia y vomitaron dictadura.

Con la forma edulcorada de llamarla “mercado”. Construcción artificial, despótica, injusta de toda injusticia, tiránica, que ordena consumir lo inútil pero impide consumir lo necesario. “Mercado” que es otro campo de exterminio con el arma de destrucción masiva que algunos llaman inflación. Con el camuflaje de los “black friday” y el eufemismo del mercado libre. Las ofertas de la segunda te la cobro la mitad, sin decir que la primera te la cobré el doble. Yo también los acuso de haber recibido una pesada herencia y en 4 años dejarnos sin ninguna herencia, con la excepción de deudas que nunca podremos ya pagar. Deudas que son las mismas estafas desde la invasión española, cuando nuestros pueblos originarios se quedaron con la biblia y los españoles se quedaron con las tierras, como nos cuenta Galeano.

Yo también acuso a los oportunistas de masilla, que permitieron con su capital electoral y empresarial de los votos que la derecha fascista ganara las elecciones, y ahora con ese mismo capital, se prenden al progresismo vernáculo cuya identidad autopercibida es nacional y popular. Tengamos algo en claro: más no se perdió en la guerra. Más se perdió en la paz romana de la democracia de los muchos nadies y de los muy pocos alguien.

Casi todo está clavado en la memoria. En todo caso, el tiempo guardará la memoria de tanto olvido. Como se alfombró el camino para que pudiera triunfar en un balotaje milimétrico, la derecha pro fascista. No fue solamente la maldad de los enemigos de la vida. Es también la cobardía, la complicidad necesaria de los que eructan cuando dicen que son los amigos de la vida.

No son los leones los que eligen a los cristianos para masticarlos. Son los emperadores ceos de turno los que eligen a los leones corporativos para que nos mastiquen. Ahora politólogos, comunicadores sociales, economistas, artistas, corporaciones laborales, nos dicen lo horrible que está todo. Pero convalidan los plazos constitucionales del 10 de diciembre, porque no tuvieron el coraje de transformar las Paso en un plebiscito vinculante. Cínicos, cobardes, canallas. Recibirán de manos ensangrentadas los atributos del mando. De manos que deberían ser cortadas para que nunca más firmen decretos de necesidad sin más urgencia que la del Soberano.

Espero con una sonrisa la orden de captura internacional para el ministro violador de la soberanía asociado a una empresa multinacional de petróleo y energía. Espero con una sonrisa la orden de detención de una ministra de seguridad que realizó varias apologías del delito, facilitó la impunidad de sus orcos represores y traficó con la vida y sangre de los más débiles, vulnerables e indefensos. Pero sin el ruin mandato de la licencia para gobernar, en realidad gobersinar, o sea, gobernar para asesinar, sostenido por todo el arco mayoritario opositor (AMO) esta masacre consensuada se hubiera terminado antes.

El pueblo unido jamás será vencido, pero le ordenaron quedarse en sus casas, en el caso que tuvieran casas. No poblar las calles, no exigir más allá del catecismo constitucional. Anestesiando, paralizando, sobornando, camuflando. Hasta exigir la reforma agraria fue rápidamente neutralizado por declaraciones de funcionarios todo terreno.

El MMLPQTP fue apenas un bizarrismo político para que un solo árbol ocultara todo un bosque. Reduccionismo lamentable, pero que sirvió de entretenimiento durante meses. Mientras tanto, la masacre siguió con prisa y sin pausa. Es tan brutal, tan desatinado el diagnóstico con el tratamiento, que ningún médico que ve un paciente con una pierna gangrenada le dice: espere al 10 de diciembre. O un poco más. Quizá bastante más.

El nuevo plan económico será un éxito, pero el paciente murió. Yo también acuso a los amarillos radicales no radicalizados que siguen blindando a los heraldos de la muerte. Yo también acuso a los que fueron impotentes, cobardes, cómplices, copartícipes necesarios, de empezar nuevamente a macartear a la izquierda. No sólo porque la desprecian, sino porque también le temen.

No sea que la tortilla se vuelva y los pueblos se den cuenta que ningún pesebre puede alojar al niño de la buena nueva, en Recoleta o Puerto Madero. Yo también acuso a los que vuelven sin haber hecho ninguna autocrítica de porque se fueron. De sólo ver la brizna en el ojo ajeno y jamás la viga en el propio.

Mientras sigamos pensando que el único enemigo fue la dictadura cívico militar, no podremos vengar a nuestros desaparecidos. La sangre derramada fue democráticamente negociada. Y en la continuidad de la masacre por otros medios, evidenciada por la marcha nacional contra el gatillo fácil, queda en evidencia que seguirán derramando sangre, pero que ahora familiares, sobrevivientes y amigos, muchas organizaciones sociales y de derechos humanos no permitirán que siga siendo negociada. Serán los únicos a los cuales no acuso.

Edición: 3898

 


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