Nunca más me digas nunca más

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Por Alfredo Grande

(APe).- La llamada clase política, casta dirigente, partidocracia de la “demos gracias”, sigue dando ejemplos de su esencia canalla. No solamente tienen dietas que son obscenas, canjean pasajes en forma pornográfica, no sancionan ni denuncian a los y las “dipu ñoquis”, sino que ahora son las estrellas de unidades para la derrota del enemigo público número 1. Enemigo que construyeron por acción y por omisión. Ibarra coqueteando con empresarios después de la masacre de Cromañón, Néstor Kirchner inventando a Filmus de candidato en Capital, con lo cual le sacó votos a Telerman. Resultado: ganó Macri. Y fue reelegido. Y luego el camino a las grandes ligas lo diseñó Cristina Fernández colocando en la pole position al peor gobernador de la provincia de Buenos Aires.

El eterno Alberto Morlachetti dijo para el programa radial Sueños Posibles: “Scioli es una persona que no tiene corazón”. Se refería a la estafa con las becas para la Fundación Pelota de Trapo. Insuficientes y además, no las pagaba. Pero siempre se pueden hacer las cosas peor. Una provincia peronista desde el año 1987, se pierde en manos de una candidata híbrida, alquimia entre cenicienta y la dama de hierro. Y lo peor de lo peor, es que nadie anticipó, ni siquiera semanas antes, el Iceberg que hundiría al Kirchner Titanic. Se sigue cumpliendo el teorema político de que solo las socialdemocracias corruptas y los socialcristianismos cobardes, son capaces de incubar el huevo de la serpiente.

Por eso el “Nunca Más” hoy suena a un lejano y tedioso lamento borincano. A menos que… el “Nunca Más” fuera solamente otra treta democrática para que empezáramos a creer que la democracia es un bien absoluto, porque se opone al mal absoluto, que es la dictadura genocida. En ese caso, el “Nunca Más” es un gigantesco taparrabos para que el fauno de las urnas oculte sus lascivas intenciones.

La Economía de Guerra de Alfonsín, el costo social del ajuste del dúo Menem Cavallo, el honrar la deuda y el blindaje del Presidente Aburrido, la pesificación asimétrica de Remes Lenicov – Duhalde, una mega devaluación digna de Spielberg, la continuidad de los pagos a los organismos internaciones, FMI y Club de París de Lavagna y Lo Seca, etc. Como no soy economista, olvido mucho pero lo que recuerdo, lo recuerdo.

Por supuesto los campos de concentración de la dictadura fueron el horror y el terror sin nombre. Cuando me encuentro con un compañero o compañero que estuvo preso, torturado salvajemente, quebrado hasta que pudo recuperar su identidad humillada, y ese compañero o compañera me abraza y me felicita por mis artículos, siento que algo anda mal. O al menos, yo me siento mal. Y cada vez peor. A lo mejor lo que yo considero oportunidad histórica, sea apenas oportunismo de escritor con cierto ingenio.

Para los torturados, los desaparecidos, los masacrados, los humillados, los enterrados vivos, no hay Nunca Más que valga. No hay reconciliación, ni perdón, ni olvido. La sangre derramada no será negociada ni lavañada. Hoy los campos de concentración están transformados en “campos de dispersión”. Donde las humanidades dispersas y dispersadas morarán siempre al este del paraíso. Algunos llaman a esto exclusión social.

Por eso creo que esta democracia se montó en el Nunca Más para seguir siempre igual. Están los muy malos, y están los menos malos que tampoco son buenos. Los que van a volver, maldicen a los votantes de Cambiemos sin haber jamás admitido que también contribuyeron a crear al monstruo. Y la prueba final, que no es lo mismo que una prueba del final, es que siguen armando el circo cambalache de las candidaturas, de las paso, de las despacito, de si me conviene o no me conviene, que si al siete y medio pago, o con 30 de mano no canto envido…

En fin: luego del azote de Cambiemos, no cambiamos. Los 4 años de gobierno quedan consagrados como licencia para matar. Del juicio político, de la destitución, de una pueblada insurreccional, mejor ni pensar. Hoy gobernar es asesinar con tarifas de destrucción masiva. Alquileres, peajes, precios de la alimentación básica, todos de destrucción masiva. Ni siquiera podemos decirle Nunca Más al préstamo de la Baring Brothers. Aunque ahora los hermanitos Baring se hagan llamar Fondo Monetario Internacional, o, más prosaicamente, Estafa Financiera. Nunca Más y vivimos entre asesinatos y estafas como políticas públicas.

Pero hay una esperanza en ciudad Gótica: un valiente juez denuncia lo que los políticos profesionales, los funcionarios de magros antecedentes y altos sueltos, hacían que ignoraban. Entonces la mugre, la complicidad necesaria, se lava con las beatíficas aguas que bajan de Dolores. Es cierto: este juez, que bien merecería llamare Ramos Ladilla, es una inmensa picazón en las zonas más sensibles del fauno de urnas liberal. Y el problema no son los medios, como lo demuestra C5N, Radio Del Plata, y todas las radios y medios de comunicación alternativos. Incluyo la página web de Pelota de Trapo, la página web de La Retaguardia, la página web de la periodista Liliana López Foresi, y tantas otras producciones que desbordan el espacio de los medios del Poder. Hay ya son un contra-poder.

Creo que el problema no son los medios, sino los fines. Y será de terror cuando más tarde que temprano nos demos cuenta de que en los fines no habrá tantas diferencias como deseamos.

A los niños y niñas que hoy se despiertan con hambre y se durmieron con hambre, nada les importará el Nunca Más. Sus cuerpos tendrán la huella diaria del siempre igual. Tanta ternura arrebatada conseguirá su propia impunidad con la ley penal juvenil.

Hay pan duro para el hambre, y habrá códigos más duros aún. Y entonces, con el único mérito de ser un escritor ingenioso, tendré que escribir la segunda parte de Nunca más me digas Nunca más.

Edición: 3837


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