La irrupción de la Triple A, 45 años después

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Por Carlos Del Frade

(APe).- Jorge Castro es sobreviviente por partida doble. Primero resistió las torturas del terrorismo de estado por su militancia en el Ejército Revolucionario del Pueblo, y segundo, cuando el agua del río Salado se llevó todo y dejó a su familia en el barro. Fue militante cristiano en tiempos de la iglesia de Vicente Zazpe, mientras su papá, Saturnino “El Potrillo” Castro, se empeñaba en su fe peronista a pesar de las persecuciones, cárceles y la muerte cercana después de la caída del general, allá por 1955.

En el relato de la historia de su familia parece sintetizarse gran parte de la historia argentina.

La pelea de su viejo, del Potrillo, lo llevó a ser militante reconocido de la mítica resistencia peronista y luego, por esas extrañas y profundas razones de la vida colectiva de los pueblos, estuvo en la conformación de la Triple A.

El relato de Jorge es el primero que revela fecha y lugar del principio del grupo paraestatal y su profunda relación ya no sólo con López Rega, sino con el mismísimo Juan Domingo Perón.

“El 8 de octubre de 1973, Osinde le organizó el cumpleaños a Perón. Se hizo una comida en Gaspar Campos y a esa comida asistieron quinientos suboficiales de todo el país. Entre ellos, mi viejo con la delegación de Santa Fe...

“En esa comida Perón les da un discurso. Los saluda uno por uno y ejerció una presión política muy fuerte. En un momento Perón les dice que los va a necesitar, que de vuelta va a necesitar de suboficiales del ejército argentino. Que él sabía que habían resistido y que después Lopecito, por López Rega, se va a encargar de la organización de ellos...

Quedaron entre 200 y 300 suboficiales de todo el país. Se reunieron en un salón aparte. “Perón, Ossinde y López Rega están con ellos. Les pide que en los viajes de Isabelita conformaran grupos para custodiarla de los zurdos...

“Cuando mi viejo vuelve, justo se había producido el nacimiento de nuestra primer hija, Victoria, el 9 de octubre. Viene muy parco, no cuenta todo, no es ningún boludo. Y la cosa se destapa el 7 de noviembre, porque viene Isabelita a Paraná...

“Entonces ese día a la mañana, mi vieja estaba que trinaba. El viejo le había dicho que le planchara el traje, la camisa, y todo el día nosotros habíamos escuchado cruces de palabras entre ellos, hasta que como a las tres y media de la tarde viene un Falcon verde con tres tipos que yo conocía, que eran del Círculo de Suboficiales de Santa Fe y lo buscan a mi viejo...

“Entra al dormitorio, yo no lo veo, se pone la pistola y se va, y mi vieja queda llorando. Cuando se va, mi vieja nos agarra a nosotros y nos cuenta: “Tenés que pararlo, está metido en cosas raras…”. Y se va de custodia de Isabelita a Paraná, entonces cuando vuelve, yo empiezo a hablar con mi viejo, y al principio mi viejo no quería reconocer.

“Nosotros ya teníamos conocimiento de que se estaban conformando grupos paramilitares, entonces ahí le dije realmente vas a estar en la vereda de enfrente, y ahí lo cagué: “Vos en cualquier momento vas a dejar sin padre a tu nieta”. Eso fue directo a la mandíbula. No sabía qué contestar ante eso. Bueno, ahí viene un período de impás. Teníamos conversaciones hasta que llega el intento de copamiento al regimiento de Azul. Aparece Perón de uniforme por televisión y mi viejo golpeando la mesa. Nos fuimos de casa.

“...Yo a principios del ‘73 me había ido a vivir a Chile porque el partido me mandó cuatro meses. Vuelvo justo para la asunción de la democracia y mi viejo se entera después porque la hace confesar a mi vieja que me había firmado la patria potestad para pasar la frontera. Hasta que lo mataron a Allende... Hasta llega a colaborar con nosotros sobre los cuidados que había que tener con los fierros... pero duró hasta que Perón se fue a la derecha. Después el partido quería que mi viejo entrara...No se dio”, dice Jorge.

Y sigue en su militancia en la Casa de los Derechos Humanos de Santa Fe.

Edición: 3532


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