Maite y la vuelta del fútbol

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Por Carlos Del Frade

(APe).- Mientras las grandes empresas que manejan la cabeza de los argentinos a través de los medios de comunicación celebraban el regreso del fútbol, del inicio de la “superliga”, por la que millones pagarán un abono mensual, garantizando ganancias exorbitantes a cambio de conciencias goleadas; en los arrabales rosarinos, allí donde surgieron fenomenales jugadores de la pelota que llegaron a las distintas selecciones, un arco levantado en un páramo de tierra se cayó encima de Maite Jazmín, de solamente ocho años, arrancándole la vida.

Dicen los diarios de la región que “el desgraciado hecho sucedió esta nochecita (miércoles 23 de agosto) en Teniente Agneta y Casilda, de la zona noroeste, cuando, de acuerdo a las primeras informaciones, Maite Jazmín Pérez, de 8 años, estaba jugando con sus amigos en un arco de una canchita que hay en ese lugar, cuando el mismo se le cayó encima dejándola inconsciente, en un hecho que conmocionó al barrio”, apuntaron.

“El golpe le provocó un fuerte traumatismo de cráneo, que es la causa de su fallecimiento. Una vez conocido el hecho, un móvil del Sies llegó al lugar y constató que la pequeña tenía un traumatismo de cráneo con pérdida de conocimiento. La trasladaron rápidamente al Hospital de Niños "Víctor J. Vilela", pero no pudieron evitar que la pequeña perdiera la vida”, agregaron las fuentes periodísticas.

Allí, en ese punto de barrio Ludueña, geografía en la que anduvieron Claudio “Pocho” Lepratti soñando “un mundo donde quepan todos los mundos”, y el extraordinario cura de los empobrecidos, Edgardo Montaldo, multiplicando panes y peces; allí, peleando contra las bandas narcopoliciales, la pibada y la militancia social van levantando esperanzas cotidianas, como un club, justamente, llamado “Club Montaldo”.

Una de esas inquebrantables e imprescindibles militantes de toda la vida, Liliana Leyes, escribió a propósito de Maite, el arco derrumbado y la historia de dolor y amor que puebla ese momento del mapa rosarino: “No se puede predecir la vida, tampoco la muerte. Los sueños del club Edgardo Montaldo se fueron concretando, con mucho esfuerzo, sacrificio, en un duro contexto social que es atravesado por la diaria. Este año por fin se ven concretados los viajes de interclubes, los torneos, la cancha cerrada y por fin las luces, que en medio de tantas carencias dan luz e iluminan la esperanza a tantxs. Ahora todo ronda alrededor del juego, cambió la dinámica del barrio. Maite era la hermanita menor de Kevin, tenía 8 años y tuvo que conocer el dolor, la pérdida...Cuesta explicar, es imposible entender cómo hoy del juego pasó a perder su vida. Jugaba, se reía... y fue un segundo en que el arco cayó sobre su cabeza… Siempre decimos que hay que seguir andando... esta noche cuesta, pero hay que seguir nomás. Ahí están su familia, lxs vecinxs, lxs pibes, y hay que seguir”, dice Liliana, sabedora que ella estará allí, siempre, en el lugar que la necesiten.

En medio de la celebración del negocio de las minorías que privatizaron la pasión de las mayorías, el arco caído sobre el cuerpito de Maite marca las distancias reales entre los que pueblan de diferentes maneras la cancha grande de la historia argentina.

Si tal vez existiera un ministerio de Deportes y no una secretaría que solamente bendice el negocio que producen las élites; si acaso hubiera un estado atento a lo que realmente ocurre con los juegos de las niñas y los niños, ese arco no se habría caído y Maite seguiría jugando y riendo.

Pero lo que realmente existe es el negocio amparado por gobiernos que garantizan la concentración de riquezas en unos pocos y la obligación de pagar para tener acceso a noventa minutos de identidad futbolera.

Pero también existen miles de Liliana que insistirán para cambiar las reglas de juego para que, alguna vez, los que están afuera del negocio de pocos, ganen definitivamente en estos arrabales del mundo.

Edición: 3423

 


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