No es el frío quien me mata

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Por Bernardo Penoucos

(APe).- El viento sopla helado y corta cuerpo adentro. Transpirará la calle esa fría humedad de las largas noches de invierno y ha de transpirar junto a la calle, el cartón mojado y el cuerpo debajo. Cuántos serán los cuerpos, me pregunto, que no pasarán hacia la primavera próxima. Cuántos de estos cuerpos quedarán tiesos en este invierno, en esta desolación y en esa otra parte agrietada que nadie nombra ni mediatiza.

La estadística pondrá a disposición los datos en no mucho tiempo; nos explicará objetivamente cuántos pibes y cuántos grandes murieron de frío y se fueron tosiendo en silencio. La estadística de cuadros y mapas conceptuales coloridos nos dirá cuántos argentinos no pudieron con los escollos de las largas noches de invierno. Y mientras nos diga irá despersonalizando la tan mentada cuestión social. Serán números los que murieron de frío y serán porcentajes los que se fueron de olvido.

Hay un paisaje urbanístico que impacta. Cientos de viviendas deshabitadas, fastuosos edificios sin estrenar, terrenos cercados desde hace siglos y junto a esta foto de nuestros tiempos, familias enteras contando estrellas y buscando el calor en cualquier plaza del país. En cualquier entrada de edificio con complicidad mediante de un portero amigo. En cualquier puente de autopista, en todo rinconcito que regale, más no sea, un poco de reparo aliviador.

Hay un paisaje que nos habla de la violencia primera, de la deuda mayor, de la vida y de la muerte. No será el frío quien congele matando a los pibes y a los grandes que sobreviven la calle, no será el argumento climatológico el que explique las muertes evitables, no serán las estadísticas ni serán los porcentajes.

Será un país, y en éste, un proyecto de país que cierra con cuerpos afuera, con hombres y mujeres afuera, con niños y niñas afuera, con un afuera helado y punzante, con un afuera que nos sigue matando de frío y matando de penas.

Tarde llegaran los hallazgos periodísticos, tarde los lamentos del Estado. De nada servirán los quiebres emocionales en la pantalla chica, porque habrá pasado el invierno y se habrán ido, junto con éste, rostros, historias, nombres y explicaciones tardías.

Edición: 3378

 


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