Números, palabras y mundos

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Por Carlos Del Frade

(APe).- “Hay otros mundos pero están en este”, decía el artista Paul Eluard. Mientras el gobernador de la provincia de Santa Fe, Miguel Lifschitz, y la Ministra de Seguridad de la nación, Patricia Bullrich, saludaban la reducción de la tasa de homicidios en un 36 por ciento en la ciudad de Rosario; en Villa Gobernador Gálvez, vecina a la cuna de la bandera, el asesinato de un pibe por la espalda alumbraba una realidad que amenaza con destruir esas cifras momentáneas.

En este caso, el mundo oficial, el de los números, tiene menos espesor que el mundo de las palabras que se abren entre la sangre y el barro.

Según las crónicas periodísticas, la ministra Bullrich, el miércoles 14 de junio, sostuvo que Rosario "dejó de ser noticia" en materia de narcotráfico, aunque aclaró que el problema aún no fue erradicado.

Por su parte, el gobernador Lifschitz, consideró que los resultados estadísticos "son realmente alentadores" por la disminución de todos los indicadores delictivos en las principales ciudades de la provincia.

En el otro mundo, en la cotidiana realidad de los pibes, las palabras ponen un límite poderoso a la fugaz alegría de los números esgrimidos por los funcionarios provinciales y nacionales.

Axel Brian “Masita” Romero tenía 16 años cuando lo mataron por la espalda. Fue en el barrio Coronel Aguirre, en la geografía íntima de la tercera ciudad de la provincia, Villa Gobernador Gálvez, vecina de Rosario, con el arroyo Saladillo de por medio.

Hay que leer y releer las palabras de los amigos de “Masita”: "A los de la moto los conocemos todos porque antes eran amigos de «Masita». Pero hace un par de meses se terminó porque ellos empezaron a ser soldaditos de los vendedores de drogas del otro lado de Soldado Aguirre. Hubo piñas, quedó la bronca y ayer se la cobraron porque lo agarraron regalado. Ya habían pasado por la placita y no les dio la nafta para disparar ahí porque estábamos todos. No hay mucho más misterio en todo esto".

Hace aproximadamente dos meses, el grupo de amigos de "Masita" expulsó a algunos muchachos por trabajar como soldaditos para un vendedor de drogas que tiene su área de influencia en jurisdicción de la subcomisaría 26ª, al sur de la avenida Soldado Aguirre.

"Eso fue hace un mes y medio o dos meses. Los echamos porque nosotros no queremos saber nada con ese palo. Ese es un palo que te toca, te mancha y no te la sacas más. Todo viene por eso… Los tenés que ver (a los agresores). Están todo el día tirando estados en Facebook: «Hoy tengo sed de sangre», ponen. Ayer pusieron: «Esta tarde vamos a salir a cazar giles». Son así, son pibes que «soldadean» unos meses y ya se sienten inmortales. Después les quedan los yeites. Andan enfierrados y salen a cazar. Y el martes anduvieron dando vuelta por la plaza. Pasaron dos o tres veces y como estábamos todos no les dio la nafta para tirar", explicó uno de muchachos entrevistados por los medios de comunicación de la región.

"Acá el quilombo no viene por una gorra y no se agarraron a trompadas antes de que lo balearan (como inicialmente se propaló desde fuentes de la pesquisa). El tema es que hace un par de meses los sacamos a estos pibes porque no queríamos meternos con el palo de la falopa y ahora vinieron y mataron a este chico", explicó otro amigo de “Masita”.

Esa realidad del mundo de “Masita” tiene un mayor espesor que los números de los funcionarios.

Ese mundo de las palabras merece ser escuchado, analizado, pensado y transformado.

Porque mientras haya pibes dispuestos a “cazar” no habrá ningún número que se sostenga, salvo que la hipocresía intente tapar una realidad cada día más dura a pesar de los livianos y esporádicos números del otro mundo que habitan los funcionarios.

Edición: 3376

 


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