La fuga y lo que sigue

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Por Carlos Del Frade

(APe).- Es probable que el discurso del narcotráfico se convierta en el relato del macrismo, algo que se se hizo en Colombia desde la presidencia de Alvaro Uribe, ese dilecto amigo del nuevo presidente de la Nación. Hoy, Colombia, más allá de los discursos y la reducción de los homicidios, sigue siendo la primera exportadora de cocaína de América hacia Europa.

-Las piedras que pusieron en el camino empezaron el primer día, y todo lo que nos pasa tiene que ver con que tenemos un enemigo que se infiltra en todos lados, que se mete, que nos quiere comprar… aquí hay un cambio… en los últimos años trabajar en equipo era difícil… es nada más que el principio de una tarea que nos va a llevar tiempo, que nos traerá momentos desagradables, sinsabores… hubos muchos intentos desde el primer día de aquellos que quieren que la Argentina siga siendo una tierra en donde el narcotráfico maneje el poder…- dijo la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, en la ciudad de Helvecia, departamento Garay, en el centro santafesino luego de la detención de los últimos dos fugados del penal de General Alvear, Christian Lanatta y Víctor Schilacci.

Prometió, además, elaborar un informe con los datos falsos que “vienen de organizaciones criminales”. Horas después, el gobierno de Santa Fe, encabezado por Miguel Lifschitz, y el propio presidente de la Nación, Mauricio Macri, ofrecían distintas conferencias de prensa para explicar por qué no existió la mentada “coordinación” de fuerzas federales y provinciales para la recaptura de los tres condenados a prisión perpetua por el triple crimen de General Rodríguez, en agosto de 2008.

“Hay responsables políticos que tendrán que explicar el ingreso de efedrina al país”, dijo, también, Bullrich en relación a los conductores de la Secretaría de lucha contra la Drogadicción y el Narcotráfico durante el kirchnerismo, uno de los cuales, José Ramón Granero, está procesado por desviar esa sustancia a carteles mexicanos, en una causa judicial que lleva adelante la doctora María Romilda Servini de Cubría.

Por su parte, el presidente Macri aseguró: “Estamos muy lejos del profesionalismo para encarar estos temas… hay más de mil prófugos, a los que durante el kirchnerismo ni los buscaron…este gobierno va a empezar a trabajar en un área específica para buscar a cada uno de ellos…hubo problemas severos de coordinación…No arrancamos de cero, se arrancó con fuerzas de seguridad que tiene una historia, por inacción o complicidad, que han sido penetradas por parte de estas mafias", destacó el ingeniero.

La causa del triple crimen de General Rodríguez que condenó a prisión perpetua a Martín y Christian Lanatta y Víctro Schilacci es un documento de 278 páginas en los que queda claro que la Argentina fue colonizada por narcos mexicanos a partir del año 2007, que el verdadero jefe de la banda era el prófugo desde hace cuatro años, Esteban Pérez Corradi; que Martín Lanatta era informante de la policía de la provincia de Buenos Aires y tenía contactos muy aceitados con por lo menos tres organismos nacionales como el Registro Nacional de Armas, el Registro de Precursores Químicos y la Administración Nacional de Medicamentos y Tecnologías; y que su hermano como Schilacci eran tipos pesados, más vinculados al submundo de las barras bravas parapoliciales que a la infraestructura narco.

Que la Argentina ingresó al negocio multinacional de la efedrina, base de la metanfetamina, como consecuencia de decisiones gubernamentales de Estados Unidos, Canadá y México desde mediados de la primera década del tercer milenio y que estos tres asesinos del Gran Buenos Aires no estaban ni por asomo en cercanías de manejar parte de este comercio internacional.

El jueves 7 de enero, cuando las fuerzas federales irrumpieron en la provincia de Santa Fe, las autoridades del territorio no tenían ninguna información de semejante despliegue. Por la noche de ese día, altas autoridades del Ministerio de Seguridad sostenían que de los dos enfrentamientos difundidos por los canales de televisión de Buenos Aires, solamente había existido uno solo, el primero, el de la localidad de San Carlos. Que el segundo, en cercanías de San Agustín, fue un tiroteo entre integrantes de distintas fuerzas federales, policía federal y gendarmería.

Por lo tanto, el sábado 9 de enero, cuando un grupo de policías provinciales, vecinos de la localidad de Cayastá (aguda y no grave como se empecinaron en pronunciar con un marcado desprecio por los pueblos del interior muchos periodistas televisivos de Buenos Aires), detuvieron a Martín Lanatta, quedaba claro que no había coordinación ni equipo ni comando unificado. De allí la brutal desinformación que le hizo decir al presidente de la Nación que estaban recapturados los tres pesados del Gran Buenos Aires.

Esa falsa coordinación parece ser más hija de los negocios de las fuerzas federales y provinciales que se disputan los mismos botines que consecuencia de la inexperiencia.

Cuando el lunes se produce la conferencia de prensa en Helvecia, con funcionarios nacionales y provinciales de Buenos Aires y Santa Fe, tampoco estaban los integrantes de las fuerzas federales, demostrándose lo endeble del argumento esgrimido por Bullrich cuando dijo que esa notorio ausencia se debía a que estaban acompañando a los presos.

Así como durante el kirchnerismo la palabra narcotráfico no era pronunciada por la presidenta de la Nación en ninguno de sus discursos inaugurales de cada año en el Congreso de la Nación; ahora el narcotráfico aparece de manera repetida en los nuevos funcionarios del macrismo.

La necesidad de los funcionarios nacionales y provinciales de aparecer en una foto conjunta responde más a la vieja política de las imposturas que a la urgencia de una nueva forma donde la verdad desarme las mentiras que siempre prologan impunidades actuales y recicladas.

El “éxito” de la recaptura de los hermanos Lanatta y Schilacci es proporcional al rol que desempeñaban como pesados de una organización cuyo principal referente, Pérez Corradi, sigue prófugo. Y la reivindicación de la policía de Santa Fe debería relativizarse ya que uno de los responsables de Los Monos, el “Monchi” Machuca, continúa sin ser detenido a tres años de pedida su captura. He aquí otro elemento para pensar, el aplauso que le dio parte del pueblo de Cayastá a sus vecinos policías habla más de lo cercano y lo propio que a una nueva práctica policial. Una señal que vuelve a marcar que en las grandes ciudades, tanto en las provincias de Santa Fe como de Buenos Aires, hay complicidades con los grandes negocios ilegales y que lo correcto, entonces, hay que buscarlo en localidades pequeñas como la fundada por Juan de Garay el 15 de noviembre de 1573.

El negocio de la efedrina continuará porque forma parte del negocio paraestatal y multinacional del narcotráfico, un comercio que necesita de las complicidades y disposiciones legales de gobiernos como, en este caso, de Argentina, México y Estados Unidos.

Una advertencia final, es probable que el discurso del narcotráfico se convierta en el relato del macrismo, algo que se se hizo en Colombia desde la presidencia de Alvaro Uribe, ese dilecto amigo del nuevo presidente de la Nación. Hoy, Colombia, más allá de los discursos y la reducción de los homicidios, sigue siendo la primera exportadora de cocaína de América hacia Europa.

En ese circuito, que mueve millones de dólares y euros, tipos como Martín y Christian Lanatta y Víctor Schilacci, ni siquiera son tomados en cuenta como actores de reparto.

Fuentes: Datos propios de entrevistas realizadas con funcionarios del gobierno de la provincia de Santa Fe; diarios nacionales del 7 al 12 de enero de 2016.

Edición: 3087

 


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