La sangre que no se negocia

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Por Juan P. Robledo (*)

(APe).- En los primeros minutos de este año se cumplió el primer aniversario del triple asesinato de Adrián “Patom” Rodríguez, Claudio “Mono” Rodríguez y Jeremías “Jere” Trasante, tres militantes sociales de Villa Moreno en el sur de Rosario, que fueron confundidos por un grupo de sicarios. Ellos tuvieron como pecado estar en el momento equivocado, en el lugar equivocado.

 Fue la macabra introducción sangrienta de lo que dejó la ciudad que celosamente es custodiada por el Paraná, durante el año 2012.

Según la Dirección de Análisis Criminal del Ministerio de Seguridad de Santa Fe, en el departamento Rosario se registraron 182 homicidios dolosos, mientras que en el 2011 fue de 164. La mayoría de las víctimas fueron jóvenes menores de 30 años.

Desde 2007 la estadística anual de asesinatos en esa ciudad aumenta exponencialmente llevándose vidas indiscriminadamente: 113 homicidios se registraron en 2007; 121 en 2008; 130 en 2009; 126 en 2010; 164 en 2011. Por lo tanto entre 2007 y 2012 los crímenes aumentaron más de un 50%, sostiene la misma entidad.

La violencia se desquita con los más jóvenes de la sociedad, pibes que son objeto y sujeto del sistema capitalista instalado, multiplicado y sostenido por los factores de poder que hacen los negocios a favor de unos pocos. Porque siempre la verdadera y cruel violencia se ejerce desde arriba y no viceversa.

De estos datos subyace que se demolió hace tiempo la vieja premisa de mediados del siglo XX, donde los primeros beneficiados eran los chicos. Queda claro que los primeros damnificados del sistema son los pibes.

El número de muertes en ocasión de robo en el departamento Rosario durante el año pasado fue de un 12 % de los casos. Es decir, que el otro porcentaje del universo estadístico fue el resultado de conflictos intrafamiliares y lo más dolorosos, víctimas de bandas que se disputan el terreno del narcotráfico, en los barrios más humildes de la gran urbe.

“Rosario, la mejor ciudad para vivir”, dice en los carteles de la publicidad oficial, en los lugares públicos de la ciudad. Mientras se construyen edificios cada vez más altos y lujosos y algunos ciudadanos o turistas pasean por los shopping y “el casino más lujoso de Sudamérica”, estallan esas cifras. Y detrás de esos fríos números hay vidas humanas despreciadas por el sistema capitalista y sus cómplices.

Alguna vez la justicia de la provincia de Santa Fe y la justicia Federal tendrán que dar cuenta del cómo y por qué creció el narcotráfico en estas tierras, que primero contamina y luego acaba con la vida de los más desfavorecidos. La sangre joven derramada, fue varias veces negociadas.

“Somos humildes, pero también tenemos derecho a vivir dignamente. Trabajamos en varias cosas, aprendemos oficios y estamos en un taller de lectura”, dijo un joven de cerca de 20 años a este cronista en una mañana calurosa en una vecinal de barrio Tiro Suizo. Una perfecta síntesis del aforismo que dice: “Ya se llevaron tantas flores que si no luchamos en valientes colectivos, que no son otra cosa que grupos con una definida estrategia de poder, alguna vez hasta podrán secuestrar la primavera. Entonces, ninguna lucha alcanzará”. La disputa para que la vida sea una celebración de la existencia y no una resignación macabra se tendrá que dar dentro de los colectivos sociales.

(*) Especial para APe, desde Santa Fe.

Edición: 2366

 


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