Contratiempos

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Por Angel Fichera

(APe).- Debemos reconocer que somos históricamente lentos. O legendariamente lentos para salir de casa. Cuando recién ingresamos al baño bostezando, ya los esclavos de Egipto han construido la última de sus pirámides. Cuando todavía no hemos terminado de cepillar nuestros dientes, los musulmanes lograron conquistar gran parte del mundo cristiano y llegado a España. Aún seguimos revolviendo cajones y bolsillos en procura de las llaves, cuando la inquisición ya ha rostizado en la hoguera a todo hereje que se precie de astrónomo, bruja o alquimista.

 

Lejos de interferir con la historia, vociferamos como si nos estuviesen quemando vivos "¿dónde estarán las llaves...?".

De pronto sospechamos que se nos está haciendo verdaderamente tarde. Ya la máquina a vapor ha triturado entre engranajes los castillos del viejo mundo y florecen las artes y las ciencias... Sobre una cinta de producción, el capitalismo engulle los campos y las almas, aunque todavía estemos dando vueltas en la noria, buscando el otro zoquete blanco o planchando una camisa verde. Casi es mediodía y masas de obreros insurgentes imponen por la fuerza un nuevo gobierno revolucionario, cuando por fin nos hemos puesto el saco o acomodado la cartera.

Nos apuramos, cobrando repentina conciencia del tiempo, del tiempo perdido, de nuestro evidente retraso... Y sin embargo, cuando parece que ya tenemos todo listo, siempre nos falta un papelito, un documento imprescindible o surge algún último imprevisto… Y los revolucionarios ya se han transformado en conservadores de un nuevo sistema dogmático, y encarcelan a todo revolucionario que se precie de librepensador u opositor al régimen. Más piramidales que Egipto, terminan fusilando a sus propios héroes.

Entonces sí. Hemos conseguido por fin abrir la puerta y salir a la calle, a una callecita de barrio que por momentos parece del primer mundo, de un futuro incierto, de la Edad de Piedra, la Roma antigua o los suburbios del Medioevo. Entre tantas idas y vueltas hemos logrado dar unos pasos en el instante justo en que el gobierno cambió de manos nuevamente y retorna con pereza lo más rancio del pasado.

Siguen los esclavos de Egipto arrastrando sus enormes piedras...

Y en lo profundo de nuestra conciencia aún nos paraliza una duda…, si la historia ha retrocedido, si el mundo anda acelerado o fuimos nosotros, definitivamente, demasiado lentos para salir de casa.

Edición: 2403


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