Orlando, el aceitoso (segunda parte) (*)

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Por Alfredo Grande

Me gustaría ser poeta para escribir: setenta oraciones y ninguna flor. Eso pasa cuando riegan un planta con aceite” 
(aforismo implicado)

Orlando Barone se refirió en durísimos términos a quienes según él "gozaron" desde sus casas con lo ocurrido por los funcionarios del gobierno nacional.
"Sí, tienen razón quienes se anotan en la tendencia de que se vayan todos. Sí, que se vayan ellos. Los que patotearon a Axel Kicillof y a Amado Boudou y los que desde sus casas la gozan con la cobardía más cobarde", sentenció.
También le dedicó un párrafo de su columna escrita en "Diario Registrado" a sus colegas periodistas: "Que se vayan los periodistas que instigan a la agresión y le echan combustible. Y los que cada día se colonizan más y más se ensucian al servicio servil de sus patrones. Que se vaya el periodismo conservador y alcahuete todavía bien pago por un público que ya debería estar despabilado de que le está pagando a sus manipuladores", prosigue.
El cronista continúa con su brote descriptivo y comete un exabrupto de difícil comprensión: "Que se vayan los políticos que se hacen los demócratas pero justifican los ataques y los insultos. Impotentes y disfuncionales por vocación propia, no hay alargamiento de pene que les sirva ni cacerola gourmet que les satisfaga".
(www.siemprenoticias.info)

(APe).- Orlando furioso es un poema épico caballeresco escrito por Ludovico Ariosto y cuya redacción definitiva se publicó en 1532. Otros tiempos. En la actualidad del capitalismo serio del ejecutivo nacional y del fascismo de consorcio del ejecutivo de la ciudad de los buenos desaires, lo caballeresco sucumbe frente a inflaciones mal reprimidas, impunidades varias, transporte público colapsado, salarios que son clonados como ganancias para poder recaudar para las coronas de turno, asesinato de lesa naturaleza llamado “fracking”, y otras cuestiones de las cuales en este columna nos hemos ocupado. Sin embargo, siempre hay alguien que quiere dar la nota, por cierto que desafinada y totalmente fuera de tono. Pero nota al fin.
Tomo las declaraciones altisonantes, disonantes que seguramente están inspiradas en valores contantes y sonantes, como un analizador de lo que podríamos denominar la lógica furiosa y aceitosa del converso.
Brecht señalaba que el peor analfabeto era el político. Pienso que el peor converso es el político. El religioso tiene lo suyo, pero hasta puede tener un fundante piadoso. Después de todo, si la fe mueve montañas, puede derribar convicciones. El converso político es, para decirlo de alguna manera elegante, un asco. Porque degrada cuando piensa que enaltece, siempre ve briznas en el ojo ajeno pero nunca los rieles en el propio, traga sapos como si fueran langostinos, vomita y piensa que está arengando, escupe para arriba, pero en forma oblicua para que le caiga a otro, y bombardea con ideotas (ideas mal paridas) que apenas son una forma de ataque de hipo mental. Pero ese converso, localizable, twiteable, visualizable, nunca está solo. No solamente debe tener un guiño del poder de turno, sino varias muecas que anuncian la absoluta impunidad que la cofradía asegura. El aceitoso propone una fórmula de solución parcial. No le da para una solución final. Al menos, todavía. No por prudencia, sino por astucia vizcachera. Solución parcial que transforma en un pedido melifluo, histeroide, sobreactuado, algo así como un stand up decadente. Hay un tango donde el galán despechado canta: “que se vaya, con él cuando quiera, con ese amigazo, falluto y sin fe; que se vaya, que dios los ayude, que tarde o temprano, los encontraré”.
La versión de Edmundo Rivero era majestuosa. No quiero pensar qué pasará cuando los encuentre. Al menos insinúa la voluntad de ir en esa búsqueda, nada amistosa, rencorosa, vengativa y que hoy sería evidencia de violencia de género o algo peor. Pues bien: el “que se vayan” del Aceitoso es peor. En el 2001 escribía, obviamente para La Nación: “Los dientes peronistas del poder son dientes distintos: grandes, recientes, felices, vocacionalmente hambrientos aunque hayan estado masticando manjares todo el tiempo.”
Mi equipo de asesores, a pensar de ser muy bien pagos, no ha podido encontrar testimonios o fotos del Aceitoso en las jornadas de Diciembre del 2001. Supongo que por exceso de modestia y humildad militante, no quiso estar en las primeras filas. Como si estuvieron las Madres de Plaza de Mayo poniendo sus cuerpos contra la embestida criminal de la Policía Montada. Montada en el pueblo, pero además lanzada como caballería asesina contra la lucidez política de las “viejas locas”. El “que se vayan todos” del 2001 era un grito, nunca espontáneo, pero tampoco totalmente aparateado, de distintos segmentos sociales contra el Poder del Ajuste y el Saqueo. Y hubo mártires de esa lucha. Asesinos impunes que nos muestran que la democracia también puede ser un crimen. Gritarle al Poder en las calles, represión mediante, es un valor en si mismo. Es ejercer la justicia por mano propia, siempre colectiva, siempre justa, siempre necesaria. Y recordemos: no hay kirchnerismo sin la pueblada del 2001. Néstor lo entendió bien. Pero si al olor de la flor se le olvida la flor, como canta Serrat, al aceitoso se le olvidan todos los árboles. Porque desde el Poder, arenga sin riesgo alguno, para que se vayan todos (supongo que también todas) pero aclarando que no los todos del 2001. Los todos y todas que tienen el derecho y el deber constitucional de ejercer la crítica (siempre sana, dejemos de aclarar y disculparnos por criticar), oponerse al poder de turno, mas allá de cuantos turnos se ejerzan, los que pensamos que pensar es siempre pensamiento crítico. Esos y esas, o sea, nosotros, nosotros, y acercando mas el zoom, Yo. El aceitoso me está diciendo que me vaya. Aunque no me conozca, no me lea, no le importe quien soy. Lo único que le falta, aunque lamentablemente le sobra demasiado, es hablar de una campaña anti argentina en el interior. Porque la estrategia aceitosa es cambalachear para mezclar en su mismo lodo a sabihondos, suicidas, militantes populares, empresarios explotadores, intelectuales no cooptados, fascistas camouflados. El cambalacheo es una versión mas sofisticada del macarteo. Tanto el cambalacheo y el macarteo se hace, como lo sostiene el aceitoso, en nombre de una Argentina Total. Que no puede, ni debe, ni conviene, que albergue a una “masa crítica” que pueda tener evidencia electoral y poner entre la urna y la pared el proyecto de la re re elección. Obviamente, también tenemos que irnos los que sostenemos que la gobernabilidad en realidad es reinar con apariencia de gobernar. O que el hambre es un crimen con impunidad total. Creo que el recurso de pedir al adversario, incluso al enemigo, que se vaya, es apenas muestra de cobardía e incapacidad para sostener la lucha prolongada que supone todo proceso de liberación. No me imagino a los cubanos pidiéndole a Batista que se vaya. Lo echaron y lograron el triunfo de la revolución socialista. No se me ocurre pedirle al Jefe del Operativo Deshaciendo Buenos Aires que se vaya. Me interesa que se quede y que más temprano que tarde sea juzgado por su política de arrasamiento. El “currobús”, también llamado metrobús, es una manchita que de todas maneras debe ser señalada. En la página web “La Panorámica”, leemos: “Once millones de dólares por km es el precio estipulado. Hacer una ruta nueva desde cero, cuesta 1,5 millones de dólares. El trabajo que implica hacer una ruta nueva, incluye estudios geológicos, planimétricos, altimétricos, fotogrametría (con avionetas), diseño, construcción de la calzada con todas sus capas, construcción de la banquina, del zanjeo y el desagüe, además de la forestación que en las curvas debe por seguridad, realizarse sí o sí. Once millones de dólares por kilómetro de carril exclusivo para colectivos en una avenida YA realizada e iluminada, es cuando menos, lisa y llanamente UN AFANO”. Los funcionarios que sostienen las políticas públicas que terminan en robo, muerte, dolor, penuria, injusticia, impunidad, ni siquiera esos tienen que irse. Tienen que quedarse, hasta que truene el escarmiento. Para esos tiempos, no habrá aceitoso que valga. Como no se puede, y por suerte, mezclar el agua y el aceite, nos quedará el agua pura de la lucha popular. Esa misma agua que hoy se apropia la megaminería. Agua pura de los diversos manantiales de la izquierda clasista y no clasista, de la izquierda que siempre se quedó para luchar contra décadas de entrega y exterminio. Aguas puras de diferentes generaciones, donde la desconfianza y el botoneo sean purificados por respeto a las generaciones muertas, que como enseñara Marx, “oprimen como una pesadilla el cerebro de los vivos”. Aguas puras que echarán a los aceitosos que degradan la historia, pero seguro que no esperaremos que se vayan. Los echaremos. Y entonces de esa agua pura beberemos todas y todos los que luchamos por la segunda, tercera y definitiva liberación e independencia.

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