Carne de votación (segunda parte)

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 Por Alfredo Grande

 “No importa el acuerdo político. Ni el enfrentamiento ideológico. Néstor Kirchner murió combatiendo. A muchos de nuestros enemigos. Quizá eso no sea suficiente para convertirlo en mi amigo. Pero es más que suficiente para recordarlo como aquel que estuvo muy cerca de ser mi compañero”. 

(aforismo implicado del 4 de noviembre del 2010)

(Ape) La sentencia “al enemigo, ni justicia”, podría ampliarse diciendo: “al enemigo, ni una crítica” Al enemigo se lo combate, con la pluma, con la risa y la palabra. Y en el combate puede haber reproches, pero nunca crítica. Cabe la sentencia de Lenin: “todos los medios, incluso los legales”. Por eso considero que la crítica al kirchnerismo permite tensar hasta el extremo límite del total enfrentamiento, las verdades nacionales y populares del modelo. Sin embargo, y esto es lo grave, hay pésima recepción por parte del arco oficialista, mas allá de las variantes que ese arco tiene, de todo intento de crítica.

Y no agrego constructiva, porque de hecho toda crítica lo es. Si no hay crítica de los pensamientos y actos, derrapamos hacia el pensamiento único, donde se reemplaza el pensamiento propio por formas novedosas de la obediencia debida y sentida. Incluso el pensamiento propio de los militantes K. Una de las críticas es al supuesto que la disminución de la edad para votar implica una ampliación de la democracia. Será más democracia, espero que a nadie se ocurra decir “democracia para todos”. Pero de ninguna manera será mejor democracia. Además, como la cultura represora, al igual que el mundo financiero, nunca duerme, no faltará quienes argumenten que a más derechos más deberes y todo esto termine fundamentando una mayor disminución de la edad de imputabilidad. Por otra parte, no entiendo por que el voto es optativo y por que no se acompaña del derecho a ser elegido. Lo que le da a la franja “16-17” un estatuto bien diferente al que se sostiene desde los 18. Sin embargo, lo más grave a mi criterio es que esta medida fue precedida por la avanzada de una organización partidaria, “La Cámpora”, en establecimientos educativos. Nada, pero nada de nada, tiene esto que ver con una politización. Más bien es lo contrario, porque lo político es el conflicto en la diversidad, y una sola versión del evangelio es razonablemente sospechosa de dogmatismo laico. Y no tan laico. A menos que también desfilaran “La Yrigoyen”, “La Palacios”, “La De la Torre”, “La Juan Domingo”, etc, por las escuelas. La política también está organizada como un mercado, siendo las mercancías (primera, segunda, tercera marca, y granel) los cargos electivos y los consumidores los votantes.

Por supuesto la marca líder suele arrasar, pauta publicitaria mediante. La democracia representativa por el voto muere, porque en pos del santo grial de las urnas, todo puede ser prometido, y todo puede ser comprado. El veto del aborto no punible del Jefe del Operativo Deshaciendo Buenos Aires y el veto del 82% móvil, son botones que sirve para algo más que una muestra.

Nuestra democracia cada vez es más restitutiva. Es decir: sostiene la forma más que la esencia. Terminado su mandato presidencial, Néstor Kirchner planteaba así el tema de la próxima candidatura presidencial: “pinguina o pingüino”. Fue pingüina por decisión del pingüino. En la re elección de Cristina, la banda presidencial la colocó la hija de la mandataria electa. ¿Qué tiene que ver el voto a los 16 años con estas evidencias de democracia restringida? El fracaso de la transversalidad y el derrape pejotista, es otra fuerte evidencia de que lo democrático no se nutre solamente de la edad de los votantes. La aberrante ley antiterrorista, el proyecto X, el silencio ante la masacre de Once, la megaminería que sigue a paso redoblado, no son compensadas ni con el 54% de los votos ni con la ley de medios. Esta ley fue trabajada por militantes de la comunicación social durante casi una década. O más. Y ninguna mayoría puede tomarse como licencia para gobernar. Desconocer el origen, adjudicarse méritos propios y ajenos, es habitual como política de la derecha, que siempre piensa y actúa con el supuesto que la función empieza cuando llega. “Revolución Argentina”, con objetivos y sin plazos, rugía Onganía apoyado en un primer momento por el lobby sindical. Argentina Potencia, Reconstrucción Nacional, Cambiar la Historia, todas profecías reaccionarias que pretendían legitimar el triunfo del fascismo sobre la democracia. Ninguna política de izquierda, ni siquiera de centro izquierda, puedo incursionar en esos desvaríos. En el programa de radio “El Tren” que conducen dos periodistas que respeto (Gerardo Yomal y Hugo Presman) planteaban que tanto en Brasil como en Argentina, la gente que progresaba, que mejoraba su situación económica, tendía mas a adjudicarlo a méritos propios que a las políticas de gobierno que las habían posibilitado. Me quedé pensando que esos gobiernos también les debían a los cientos de miles de luchadores del campo popular haber llegado a ser gobierno, no solamente por haberlos votado, sino por haber luchado contra atroces dictaduras. ¿Quién le tiene que dar gracias a quien? En la película “V de Venganza” el protagonista dice: “no es el pueblo el que tiene que temer al gobierno; es el gobierno el que tiene que temer al pueblo”. No sé como es en Brasil, pero acá no le teme. Es más: el 2001 ya pasó a ser un mal ejemplo, algo así como el hombre de la bolsa de la democracia.

Otro hecho maldito del país burgués, y estoy seguro que William Cooke me permitiría la ampliación de su concepto. ¿Votarán a los 16 años por un baño de dos millones y medio de pesos? Es cierto: eso no se vota. Debería votarse, sin embargo. ¿Alguien votó para que haya hambre en la Argentina? ¿Alguien votó para que asesinaran a Mariano Ferreira? ¿Qué es más importante: el llanto desgarrado de un laburante al cual el viento y el agua arrasó su precaria vivienda o la fragata Libertad sin libertad en Ghana? Esto tampoco se vota. La ética, la ideología, la honestidad, la coherencia, la felicidad, no se votan. Se construyen en una praxis colectiva y transformadora. Ahora que lo pienso: ¡es tan poco importante lo que se vota!. Sólo personas, mas allá de testimoniales y colectoras. Y sólo un individualismo feroz, que coquetea con los “odiados” 90, puede darle más peso al personalismo que a la lucha de un pueblo en armas. Y las armas no son los fierros, aunque algunas veces sí lo hayan sido. Las armas cargadas de presente y de futuro son la ciencia, la poesía, la política de masas, la militancia de base, la autogestión, la participación popular, el amor al compañero y el odio al enemigo. La carne de votación de hoy puede ser la carne de cañón de mañana. Me amparo en el poeta cubano, líder de su independencia, que luchó y murió por una democracia verdadera: “El amor, madre, a la patria / no es el amor ridículo a la tierra / ni a la hierba que pisan nuestras plantas. / Es el odio invencible a quien la oprime, / es el rencor eterno a quien la ataca”.

 


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