La goleada del capital

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Por Carlos del Frade

(APe).- El peronismo le dio una vuelta a la historia argentina.

Desarrollo del mercado interno, legislación obrera, nacionalización de las exportaciones y los depósitos bancarios, voto de las mujeres y rol del estado a favor de los sectores mayoritarios, especialmente hacia la niñez.

 

“En la Argentina de Evita y Perón los únicos privilegiados son los niños”, sostuvo durante décadas la propaganda, la mitología y la resistencia de todos aquellos que estaban enamorados de una experiencia política que por primera vez repartió riquezas en el país enorme manejado por pocos.

La frase rompió los diques y se hizo una consigna del pueblo, peronista y no peronista. Que los pibes sean los únicos privilegiados era una bandera del siglo veinte en la que se coincidía.

La otra forma que tuvo el peronismo para gambetear censuras y persecuciones fue la memoria colectiva enancada en los versos de su contagiosa marcha partidaria.

Los acordes iniciales, la firme voz de Hugo del Carril y su letra atravesaron geografías y dictaduras.

“Por ese gran argentino que se supo conquistar a la gran masa del pueblo combatiendo al capital…”, decían sus versos iniciales, los que van buscando los brazos alzados y rebeldes hacia el cielo, esas palabras que levantan la voz desde las entrañas al son de la marchita.

Perón, entonces, conquistó a la gran masa del pueblo combatiendo al capital.

El peronismo sigue vivo más por estas consignas y estrofas que por el estudio profundo de sus distintas etapas.

Los únicos privilegiados y combatiendo el capital.

Sujeto de la historia y construcción del poder popular.

Los pibes y la pelea contra los poderosos.

En la Argentina del presente, a doscientos años de la invención de la bandera, el peronismo gobierna bajo otra de sus tantas representaciones temporales. El kirchnerismo, aunque refractario de los viejos símbolos partidarios, es otra etapa del movimiento fundado por el General.

En sus acostumbrados discursos, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, suele hacer gala de la tercera posición al hablar de la integración entre sectores privados y estado al mismo tiempo que utiliza palabras como nación y pueblo.

En esos monólogos, la titular del Ejecutivo nacional tampoco oculta su visión sobre los efectos de su política económica: los que más ganaron son las grandes empresas y los bancos. No lo dijo una vez, sino varias veces desde 2008 al presente.

Y ésa es partitura del nuevo peronismo del tercer milenio: ganan más lo poderosos y hay algo para las mayorías.

Por eso no debe cantarse la marchita, porque ha quedado muy viejo y fuera de moda aquello de combatir al capital.

Y también es preciso decir que en cada presupuesto nacional enviada al Congreso, surge la dimensión real que tienen las niñas y los niños en “la realidad efectiva” (siguiendo la letra de la marchita) en la política del kirchnerismo.

De acuerdo a los números del presupuesto 2013, cuando se cumplan doscientos años de la asamblea que soñó con terminar con la esclavitud de forma definitiva en estos arrabales del mundo, en concepto de subsidios, promociones industrias y exenciones, las grandes empresas, las que facturan miles de pesos por minuto, recibirán alrededor de 75 mil millones de pesos.

Por otro lado, el monto correspondiente a la Asignación Universal por Hijo es de 12 mil millones de pesos.

Es decir que el gran capital vale seis veces más que los pibes.

En términos futboleros, las grandes empresas 6, las chicas y los chicos, 1.

Una clara demostración de que en la Argentina del tercer milenio, una vez más, los únicos privilegiados son los poderosos y que, hace rato, nadie parece combatir al capital.

 

 


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