Servilismo

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Por Sandra Russo

(APE).- La Edad Media todavía no ha sido erradicada de la Argentina. Hay pliegues de Edad Media, territorios en los que el tiempo se ha quedado detenido en un tipo de explotación laboral que persiste desde hace siglos. En Mendoza, donde cada año una reina de la Vendimia engalana la provincia, el trato dado a los trabajadores golondrina es un ejemplo de ello.

 

En Mendoza, por ejemplo, cada año, la Edad Media reaparece cuando miles y miles de trabajadores provenientes de provincias del norte del país y sobre todo de Bolivia, viven de la cosecha en condiciones totalmente inhumanas. Basta acercar una lupa a sus lugares de trabajo y al modo en que son tratados, para percibir que el interior del país no sólo es pródigo en bellezas naturales, hábitos campestres y tiempos demorados en los que la gente duerme la siesta y anda en bicicleta. También allí, en medio de paisajes abrumadoramente hermosos, tiene lugar la horrible escena del trabajo servil.

En el departamento de Maipú fue elaborado un informe que será tratado en la Casa de Gobierno. Las víctimas de la falta de responsabilidad de los empleadores, muchos de ellos conocidos terratenientes de la provincia, son familias enteras que llegan a la provincia ilegalmente y pretenden llevarse unos pesos a su tierra natal, aunque para eso deban pasar por algo muy parecido al infierno.

Según una crónica publicada en el diario Los Andes, a 80 kilómetros de la Ciudad donde las reinas saludan en el Carrusel, una niña de 4 años lavaba la ropa junto a su madre en la orilla de un peligroso pozo de agua. La zona se denomina Los Álamos y está enclavada en Fray Luis Beltrán. La finca se llama El Resguardo, vaya paradoja, y en un pequeño galpón precariamente dividido con bolsas de nylon conviven 6 familias de trabajadores del ajo y la vid.

No quieren hablar, no quieren denunciar. Quieren el trabajo. La trampa es absoluta: los explotados no quieren dejar de serlo, porque provienen de un submundo de pobreza tal que incluso ser explotado es mejor. Funcionarios del departamento visitaron más de 50 fincas y chacras y labraron muchas actas de infracción. “Vamos a ser muy duros y se cobrarán multas altísimas a quienes tengan a sus trabajadores en estas condiciones. Hay gente que no habla por miedo, es por eso que necesitamos que este problema se trate con la provincia e incluso con la Nación”, aseguró Olga Bianchinelli, por estos días a cargo de la intendencia de Maipú.

El pago a los cosechadores se hace semanalmente y es de un monto aproximado a los 500 pesos. Muchos bolivianos consultados por Los Andes coincidieron en que trabajar en Argentina les conviene mucho más que hacerlo en su país, es por eso que ahorran la mayor cantidad de dinero posible para subsistir una vez que regresan.

Lo que dicen ya lo hemos escuchado en Buenos Aires, sin ir más lejos cuando estalló el tema de los talleres textiles que emplean a bolivianos ilegales en condiciones de esclavitud. “Nos aguantamos vivir así, pero la verdad es que no estamos muy cómodos, hemos pedido varias veces a los patrones que por lo menos nos den un baño en condiciones, ellos pueden hacerlo. Y por otro lado está el miedo a que se enojen y nos dejen en la calle mañana mismo”, aseguró uno de los cosechadores.

“No estamos muy cómodos”, se limita a decir. El capitalismo tiene estas cosas: sigue adelante en condiciones precapitalistas, y suma dinero a costa de aquellos a quienes ha dejado sin nada, pero nada, que perder.

Fuente de datos: Diario Los Andes - Mendoza 14-01-07


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