José

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Por Sandra Russo

(APE).- Los Amado viven en una casa humilde, en un terreno compartido, en Mercedes, provincia de Buenos Aires. Hace poco, a uno de los Amado, José, de 20 años, lo asesinaron cerca del basural donde él buscaba cómo sobrevivir. A raíz del asesinato, sus padres fueron a General Rodríguez porque les habían dicho que iban a hacerle una autopsia al cuerpo de José, pero no vieron ningún movimiento y poco después les entregaron el cuerpo.

Hicieron el velatorio y más tarde lo enterraron. Pero unos días más tarde volvieron para llevarle flores, y encontraron, allí donde habían enterrado al hijo y hermano, un hueco. Sí, un hueco. Tierra removida, y nada.

Les dijeron en el cementerio que la policía y los bomberos habían estado y habían ordenado que exhumaran el cuerpo de José. A la familia nadie le avisó nada. Los Amado fueron a la fiscalía a reclamar. José era el mayor de 9 hermanos. Toda esa familia vive de lo que encuentra en la basura. La menor de las hermanas tiene apenas 9 meses.

José, como toda su familia, cirujeaba. Ese jueves de su muerte había salido después del mediodía a buscar aluminio, cobre o cartones. Sólo a veces iba al basural. Ese día fue. Y no volvió. La familia salió a buscarlo. Nada. Al día siguiente, la policía hizo un rastrillaje en el río y en el basural. Lo encontraron muerto.

“Siempre se encuentran cosas de valor. Capaz que encontró algo y le dieron unos garrotazos. Se encuentran cadenas, relojes, dinero, ropa de marca”, cuenta su padre. José tenía golpes en la cara, en el tórax, en el abdomen, en las piernas, lastimaduras en todo el cuerpo. Su padre lo recuerda así: “Miraba para adelante”.

No hay más nada delante de José. Terminó su adelante. El hueco que encontraron sus padres en el cementerio quizá resuma lo que una vida como la de José significa para la sociedad en la que nació y creció. Casi nada.

Fuente de datos: Diario El Nuevo Cronista - Mercedes 31-01-06


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