Ciudad virtual

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Por Carlos del Frade

(APE).- Rosario fue ciudad obrera, Chicago y Barcelona argentina, capital nacional del fútbol y del helado artesanal, cuna de grandes y ahora, de cara al bicentenario de la revolución de mayo, será ciudad digital.

La idea es que cualquier habitante de la ciudad pueda tener libre acceso al servicio de internet por banda ancha inalámbrica en 2010.

A falta de hacer realidad los sueños inconclusos de Moreno, Castelli y Belgrano, de una sociedad de iguales, con justicia y libertad; habrá que conformarse con una realidad virtual.

Según el autor de la ordenanza, el concejal radical Jorge Boasso, “esto posicionará a Rosario entre las ciudades digitales que existen en el mundo. No cabe ninguna duda que este paso adelante toca intereses particulares que se van a ver afectados, pero se van a beneficiar todos los rosarinos y los que visiten Rosario. Será para todos, no sólo para quienes tienen poder económico, ni las clases acomodadas”, se entusiasmó el edil.

Se necesitan 650 mil dólares para hacer de Rosario una ciudad digital y en una primera etapa está pensado instalar el servicio en las oficinas municipales, las facultades y la terminal de ómnibus.

El proyecto no hace más que reforzar la idea de la ciudad archipiélago, islas dispersas que parecen coexistir pero que, en realidad, se enciman, oponen, rechazan e ignoran entre sí.

La ciudad digital será una nueva postal de la ciudad virtual, de la que aparece floreciente en las nuevas construcciones basadas en la riqueza sojera de pocos y en los negocios poco claros de lavadores de dinero disfrazados de empresarios y hombres de negocios con poderosas ramificaciones en los medios de comunicación, clubes de fútbol y los tres poderes republicanos que habitan la ex geografía obrera y rebelde, abrazada por las aguas marrones del Paraná.

¿Habrá respuestas en la ciudad digital para los problemas reales que habitan en la cotidianeidad de, por ejemplo, ciento veinte mil pibes empobrecidos?

¿Qué sitio de internet tendrán que consultar los casi cuarenta mil chicas y chicos que no estudian ni trabajan en la ciudad real?

¿En la ciudad digital terminará el drama de los que se arraciman en cárceles o en los llamados hogares de detención?

¿La ciudad digital terminará mandando a la papelera de reciclaje a los que todavía están impunes por sus crímenes del pasado cercano?

¿Qué tecla habrá que tocar para que la ciudad vuelva a ser el lugar del empleo estable y en el que la palabra futuro se pronunciaba sin miedo?

El nacimiento de la ciudad virtual es paralelo al crecimiento de las realidades diferentes que constituyen el archipiélago rosarino.

La ciudad digital expresará el deseo de una existencia mejor y, al mismo tiempo, más ordenada y disciplinada que la bulliciosa y caótica vida colectiva que hoy, efectivamente, enfrentan los rosarinos.

Una mera ilusión que no transformará la realidad concreta de una ciudad que, desde hace rato, no es el resultado de los sueños colectivos inconclusos sino la artificial construcción de sus minorías acomodadas.

La vieja ciudad del Che Guevara será, entonces, territorio digital.

Una moderna manera de encubrir las pasiones y los intereses reales que se mueven en su interior.


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